miércoles, 1 de marzo de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 56

Lo cierto era que sonreía mucho desde que la había conocido. Paula era mucho más que una amiga. De repente, se encontró pensando en cierta palabrita que empezaba por C, pero se dijo que era demasiado pronto. Se agachó, recogió su cañera, sus llaves y sus gafas de sol y las metió en el bolso. También había un pequeño álbum de fotografías y  no pudo evitar mirarlas. Eran fotografías de Sofía de bebé, en la guardería, con los abuelos... De repente, la última lo dejó helado. Conocía a la mujer que estaba con ella en la foto. Entonces, lo comprendió todo. Oyó pasos a sus espaldas y sintió los brazos de Paula alrededor de la cintura.

—Buenos días. La dulzura de su tono de voz le atravesó el corazón, pero no pudo evitar tensarse como una barra de acero.

—¿Qué te pasa? —dijo Paula.

Pedro se giró hacia ella con la fotografía de Sofía y Juana en la mano.

—¿Me lo ibas a contar?

—¿De que me estás hablando? —contestó Paula confusa. Y, entonces, vió la fotografía que él estaba mirando.

—Dios mío... —dijo mirándolo sorprendida.

—¿No tienes nada más que decir? ¿No me lo ibas a contar?

—Sí. Te lo quería contar, pero no sabía si tú lo ibas a querer oír.

—Lo quiero oír.

—Primero, necesito un café. ¿Quieres?

—No.

 Paula se dirigió a la cocina y Pedro la siguió, satisfecho de ver qué le temblaban las manos mientras se servía el café.

—Cuando te llevaron a urgencias, no tenía ni idea de quién eras —comenzó ella—. No lo supe hasta que comencé a trabajar en tu casa. Por si no lo recuerdas, me fui.

Pedro lo recordaba perfectamente. La había besado para asustarla y había funcionado, pero Paula había vuelto a los veinte minutos diciéndole que, como enfermera, no debía hacer daño a sus pacientes y él, desesperado por tenerla cerca, se lo había creído.

—Cuando salí de tu casa, me encontré con Juana, que iba a verte —le explicó.

—Así que están las dos complotadas—le recriminó Pedro sintiéndose estafado.

Paula sintió que él se enfurecía.

—¿Cómo se atreven a tratarme como si fuera un imbécil?

Paula lo miró a los ojos.

—Ninguna de nosotras ha pretendido nunca tratarte como a un imbécil. Juana te quiere mucho y se preocupa por tí y yo...

—No sigas por ahí —la interrumpió  levantando la mano—. Limítate a contarme por qué no me has dicho la verdad.

—Juana me pidió que volviera a tu lado porque le pareció positivo, una buena señal, que hubieras dicho que querías que yo personalmente fuera tu enfermera, le pareció que indicaba que estabas empezando a sobreponerte al accidente.

—Jamás me sobrepondré a eso.

Paula lo ignoró.

—Quería contarte la verdad desde hace mucho tiempo, quería darte las gracias porque mi hija ve, porque gracias al trasplante podrá sacarse el carné de conducir, maquillarse, disfrutar de los colores, ver a sus hijos algún día. Estar a tu lado me pareció una buena manera de demostrarte la gratitud por el milagro que le habías dado a mi hija.

—Yo no tuve nada que ver en ello —gruñó Pedro.

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