miércoles, 1 de marzo de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 59

«El padre de Sofi se fue porque no veía y tú te vas porque ve». Las palabras de Paula se le vinieron a la cabeza por enésima vez. Estaba furioso consigo mismo por no poder olvidarlas.

—No te atrevas a compararme con el padre de Sofía —le advirtió.

—¿Por qué? Están cortados por el mismo patrón. Tú has hecho exactamente lo mismo que él: abandonarlas —contestó Juana—. En cualquier caso. no te preocupes por ella. Esta dolida, pero se sobrepondrá. Está decidida a darle a su hija una familia y tarde o temprano, encontrará a un hombre con el que merezca la pena compartir la vida.

 Pedro no estaba muy seguro de poder sobreponerse. Llevaba una semana sin verla y no podía dejar de pensar en ella. Imaginársela con otro hombre le producía un dolor terrible.

—Si me hubiera dicho desde el principio quién era...

—Habrías huido.

—Lo das por hecho, pero, a lo mejor, no habría sido así.

—Habría sido así —insistió Juana.

—¿Cómo puedes estar tan segura?

—Nunca has aprobado que donara los órganos de Diana y de Marcos para ayudar a otros. Siento mucho haberte robado la oportunidad de dar los primeros pasos hacia la curación. De verdad que lo siento, pero no estabas allí y había que tomar una decisión porque el tiempo apremiaba. En cualquier caso, jamás me arrepentiré de haber ayudado a que otras personas vivan

— Pero mi hijo está muerto.

—No me dices nada nuevo. Si yo pudiera cambiar eso, créeme que lo haría. Donando sus órganos, intenté dar sentido a algo que no lo tenía. Casi cinco mil personas al año mueren esperando un transplante que les salve la vida. Nosotros no tuvimos oportunidad de salvarle la vida a Diana y a Marcos, pero se nos dió la posibilidad de ayudar a otros a que no murieran o a que una niña pudiera ver.

—Pero ella no corría peligro de muerte...

—Es cierto, pero, aunque no hubiera donado las corneas de tu hijo, Marcos habría muerto. Intenté que una situación espantosa tuviera algo de positivo.

—¿Y te parece que así fue?

—Sí, me parece que gracias a los trasplantes se produjeron varios milagros.

—Mi mente racional entiende lo que le estás contando, pero no puedo evitar pensar en...

—¿En que Sofía ve con los ojos de Marcos?

—Exactamente.

—Deberías dar gracias por ello.

—Deberían habérmelo contado todo desde el principio.

—Quiero que quede claro que Paula quería contártelo y fui yo la que le pidió que no lo hiciera. No me arrepiento de haberlo hecho porque ha salido bien, has resucitado y te has enamorado de ella.

—No digas tonterías —se indignó Pedro cruzándose de brazos—. No estoy enamorado de ella.

—Eso no te lo crees ni tú. Las quieres, a las dos, a Paula y a Sofía y, en el fondo, estás agradecido de que no te contara la verdad desde el principio. Te ha hecho un favor.

—¿Un favor?

—Sí, te has convencido de que es una persona despreciable, y así tienes una excusa perfecta para no sentirte culpable por abandonarlas. Te crees mejor que el padre de la niña, que las abandonó también. Él se fue porque no podía soportar tener una hija imperfecta y tu te vas porque no puedes soportar el miedo de volver a querer.


Pedro sabía que Juana tenía razón.


—¿Y cómo voy a soportar mirar a Sofía y ver los ojos de Marcos? Me hará recordar que..


—¿Que un viaje de negocios surgió aquel fin de semana que se suponía que tenías que pasar con él?


Pedro asintió.


—¿Y por qué no prefieres mirar Sofía y ver a una niña encantadora de sonrisa dulce y risa fácil?



—¿Y Marcos?



—Marcos también era un niño maravilloso, pero está muerto. Nunca nos olvidaremos de él. pero hay que seguir adelante.




No hay comentarios:

Publicar un comentario