miércoles, 22 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 51

—Voy a revisar este montón de papeles. Hay una silla junto a la mesa. Siéntate.

—Sí, señor.

Sin mirar, supo que había hecho el saludo militar y no pudo evitar sonreír. Tomó los sobres y los revisó. Su hermano llevaba la parte jurídica de los negocios y contrataba con los clientes.   Pedro se ocupaba de organizar al personal, tratar con los proveedores y dar servicio a los clientes. La mayoría del correo era propaganda. Con el olor de la piel de Paula distrayéndolo, apenas estuvo de no reparar en un sobre con el logotipo oficial del cuerpo de marines. Dejó el resto de las cosas a un lado y lo abrió. Leyendo entre líneas, vió las palabras clave:  elogios, ceremonia, se requiere el honor de su presencia. Como si necesitaran que le recordaran aquel fracaso para dejar de sentirse culpable. Estaba siempre ahí, como un dispositivo listo para ponerse en funcionamiento en cualquier momento. Dejó la carta a un lado sobre su escritorio, junto al resto del correo sin revisar.

—Vamos.

Cuando se dió la vuelta, Paula no estaba sentada. Además, lo estaba observando.

—¿Qué? —preguntó él.

—No has acabado de revisar el correo.

 —Tengo que volver a casa.

 Ella sacudió la cabeza.

—Oh, por favor. No digas que lo haces por mí cuando parece que hayas visto a un fantasma.

No estaba seguro de qué se sentiría al ver uno, pero no podía serpeor de cómo se sentía en aquel momento.

—No soy yo el que ha estado en el hospital. Se acabó la excursión.

—No has acabado.

—Está bien —mintió—. He mirado todo lo que necesitaba. Creo que para ser el primer día que sales, ya has estado demasiado tiempo fuera.

Pasó junto a ella y se detuvo al llegar a la puerta al ver que no lo seguía. Al oír que tomaba un papel, sintió un nudo en el estómago y apretó los dientes. Cuando se giró, la vió con una cadera apoyada contra su mesa mientras leía la carta.

—Pedro—dijo con admiración en su voz—. Van a darte una medalla.

—Sí.

 —Hay  una  ceremonia  —dijo  señalando  el  papel—.  Es  un  gran acontecimiento.


—No, no lo es.

 Ella volvió a releer la carta.

—Quieren que vayas.

—No iré.

—¿Por qué no?

 —No tengo tiempo. Tengo un negocio del que ocuparme. Tengo que cuidar a Balta, por no hablar de tí.

—¿Qué pasa conmigo?

—Alguien tiene que cuidarte.

—Deja de esconderte detrás de mí.

—Si necesitara ocultarme, lo haría detrás de alguien más grande que tú.

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