miércoles, 8 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 15

Mientras tenía una mano sobre el ombligo de Balta para sujetarlo, Pedro dobló con la otra el pañal sucio y lo tiró al cubo de la basura. Tomó uno nuevo de la estantería, lo extendió y se lo colocó al pequeño en su sitio.

—Misión cumplida —dijo sonriendo al bebé, que reía y daba patadas al aire.

¿Tan sólo había pasado una semana desde que le diera de comer a su hijo por primera vez? Habían sido siete días en los que había cambiado su centro de gravedad. Aquel niño era lo más importante de su vida.

Pedro había cambiado el turno con otro de los pilotos para que sus días libres coincidieran con los de Paula. Por suerte, a su compañero también le había venido bien ya que no quería aprovecharse de tener un rango superior. Era su compañía, pero imponerse como jefe no era algo que inspirara la lealtad de los empleados. El cambio había funcionado a la perfección. Su hermano y él no se veían nunca y la compañía era más exitosa de lo que su padre imaginó. Se preguntó si su padre estaría orgulloso de él. Ahora que se había convertido  en  padre, se preguntaba muchas cosas.  Estaba aprendiendo  mucho  sobre los  bebés.

 Las mañanas eran el mejor momento.  Baltazar estaba  alegre  y  también  lo  estaba  Paula.  Después  de desayunar y jugar un rato, el pequeño se ponía inquieto, señal de que había llegado la hora de la siesta. Luego llegaba la hora de comer y, si el tiempo lo permitía, de ir al parque. En breve, empezaría a hacer mucho calor. Para entonces, esperaba poder llevárselo a su casa en SpanishTrails. En la piscina se refrescarían. Enseñaría a nadar a Baltazar. Había muchas cosas sobre las que quería enseñarle: béisbol, coches, chicas…

Cada vez que  pensaba en Paula una oleada de deseo le recorría y no sólo porque fuera muy guapa. Se comportaba de una manera muy cariñosa con el bebé y eso le resultaba atractivo. Y cuando observaba su boca… Lo único en lo que podía pensar era en besarla y comprobar si aún seguía sabiendo tan dulce y sexy como recordaba. Pero dejarse llevar por la tentación era contraproducente. Tenían un hijo en común y estaba aprendiendo a ser padre. No era ningún secreto que a ella no le agradaba tenerlo a su alrededor. Su reacción al enterarse de que había hablado con su hermano, no había sido de ayuda. Había visto su sorpresa, sus preguntas y sus dudas. Lo cierto es que a él también le había sorprendido. Ya no le importaba que su esposa lo hubiera engañado con su hermano. Pero imaginarse a Paula en la misma habitación que Federico había hecho que le hirviera la sangre. Y sabía que ella lo estaba estudiando. Un movimiento en falso y  lo apartaría de su lado.

—Tu  padre  está  aprendiendo  muy  deprisa,  pequeño  —dijo  acabando de vestir al bebé.

Baltazar agitó  los  brazos  en  respuesta  y  cuando  sus  manos accidentalmente  chocaron,  se  quedó completamente  absorto en sus dedos, como si nunca antes los hubiera visto.

—Venga, vamos a ver a mamá.

Tomó al bebé en brazos y fue hasta el salón, donde Paula estaba doblando ropa.

—Hola, chico grande —dijo sonriendo.

—Imagino que se lo dices a Balta—bromeó.

—¿Cómo te has dado cuenta?

—Por el tono.

 Nunca en el tiempo que habían pasado juntos lo había llamado así y, de haberlo hecho, habría sido en un tono sexy y seductor al pronunciar aquellas sílabas. Sus mejillas sonrojadas evidenciaron que sus pensamientos habían seguido el mismo camino.

—Ahora está contento —dijo ella cambiando de tema.

Era una estupidez pensar en el pasado y mucho menos hablar de ello.Ninguno de los dos quería hacerlo, pero cada vez que la veía, no podía dejar de ver imágenes de cuerpos entrelazados entre las sábanas. Sus circuitos  mentales se sobrecalentaban  y  los  pensamientos que se originaban en su cabeza, fluían en palabras hasta su boca. Dejó al bebé sobre la manta que había en el suelo y le dió un muñeco,  que rápidamente se llevó a la boca. Hablar de su hijo  era territorio seguro. Se sentó junto al pequeño, a los pies de Paula. Ella se inclinó sobre el cesto de la ropa y sacó una prenda pequeña.

—¿Qué sentías al estar embarazada? —preguntó.

—No sé por dónde empezar —dijo dejando caer las manos sobre su regazo, con la mirada perdida—. Cuando me hice la prueba de embarazo en casa, lo primero que sentí fue pánico al ver que era positivo. No lo podía creer.

—¿Y después? Cuando te hiciste a la idea, ¿Qué se te pasó por la cabeza?

—Tenía  que hacer planes y ver a un médico,  aunque  no necesariamente en ese orden —dijo mirándolo a los ojos—. Me daba miedo, pero…

—¿Qué?

—La primera vez que sentí que se movía —dijo deteniéndose para buscar las palabras—, pensé que eran gases, como si fueran pequeñas burbujas. Luego los movimientos se fueron haciendo más evidentes. Y fue ahí donde empecé a darme cuenta del milagro de la vida. Tenía el privilegio de llevar una nueva vida dentro de mí. Fue maravilloso.

Él sonrió, aun sintiéndose apartado de aquellas sensaciones.

1 comentario:

  1. Me puse al día con esta historia! Me encanta que Pedro quiera recuperar el tiempo perdido

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