domingo, 12 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 24

—Así que éste es el bebé del que tanto nos has hablado —dijo inclinándose y mirando al pequeño con ternura—. Oh, Pepe, no me extraña que estés tan orgulloso. Es un jovencito muy guapo. Me recuerda un poco a tu padre —y enderezándose, miró a Paula—. Su padre me contrató por mi apellido: Bunker. Decía que sonaba muy militar para un marine retirado.

—¿Así que seguiste los pasos de tu padre y te alistaste en el ejército?

—Más bien, se vió empujado en esa dirección —dijo Laura—Pepe fue un  adolescente  conflictivo.  Después de aquel incidente…  —al ver la expresión de Pedro, se detuvo y sonrió—. Basta con decir que su padre pensó que el cuerpo de marines le enseñaría algo de disciplina.

—¿Y fue así? —preguntó Paula.

—Descubrí  los  helicópteros  y  me  dió  la  fiebre  por  volar  —dijo encogiéndose de hombros.

—Tu padre debió  de estar muy orgulloso de tí.

—Si así fue, nunca me lo dijo.

—Pero eso no quiere decir que no lo estuviera  —dijo  Laura cruzándose de brazos—. Era un hombre de pocas palabras.

Pedro se quedó mirando por la ventana los helicópteros.

—Para que lo tengamos claro, Baltazar no va a convertirse en piloto sólo para ganarse tu cariño. Siempre le dirás lo que sientes por él y serás libre de expresarle tu orgullo en todos sus logros.

—Sí, señora —dijo él haciendo el saludo militar.

Paula suspiró.

—No tengo experiencia,  pero el sentido común me dice que la comunicación fluida entre los miembros de una familia debería…

Laura chasqueó los dedos.

—Hablando de familia, Federico acaba de marcharse.

Se hizo un incómodo silencio hasta que Pedro habló.

—¿Qué estaba haciendo aquí?

—Revisar algunas cosas.

—¿Desde cuándo hace eso?

—Desde que es dueño de media compañía. Cambiaste tu día libre en el último minuto. Quería hablar contigo.

—Entonces creo que he tenido suerte.

—Si quieres saber mi opinión, es hora de que hablen y entierren el hacha —dijo Laura.

 —Eso es imposible.

—Como quieras. Eres tan cabezota como tu padre. Y Federico, también —dijo sacudiendo la cabeza y levantando las manos—. Pero no me meteré. Tengo derecho a mi hora de comida y voy a seguir comiendo. Paula ,encantada de conocerte a tí y a tu pequeño.

—Yo también.

 La mujer salió por el fondo de la habitación y cerró la puerta. Paula recordó la última vez que el tema de su hermano había salido. También entonces se había mostrado enfadado y ella se había sentido malpor hablar de ello. Tenía que estar sorda y ciega para no darse cuenta de que aquel distanciamiento entre ellos lo estaba consumiendo y estaba de acuerdo con Laura. Fuera lo que fuese lo que le había molestado, tenía que ventilarlo. No era su empleada. No estaba segura de lo que era para él, excepto la madre de su hijo. Eso debería contar para algo.

—¿Qué pasó entre tú y tu hermano?

—Nada.

—¿Cómo? Al parecer Laura tiene otra opinión distinta.

—Laura tiene una opinión para todo —dijo mirando al bebé, que empezaba a llorar.

—Lleva aquí mucho tiempo y los  conoce  a los dos muy bien.Evidentemente le preocupa cuando ha sacado el tema delante de mí.

—No pasa nada. Olvídalo —dijo agachándose y tomando a Baltazar en brazos.

El pequeño estaba malhumorado como solía ocurrirle después de dormir en su asiento, lo que puso fin a la conversación por suerte para él,que no quería seguir hablando de ello.

Cuando Baltazar le lanzó los brazos a Paula, ella lo tomó y lo abrazó. La expresión de enojo en el rostro de Pedro le hizo desear hacer lo mismo con él.

El caso es que Federico Alfonso era el tío de Baltazar, lo que lo convertía en familia. Para una mujer que nunca había disfrutado de una familia, le parecía una lástima echar a perder la posibilidad de tenerla. Le gustara a Pedro o no, iban a tener una conversación sobre por qué trataba a su hermano como si fuera un tipo de plaga especialmente virulenta y mortal.

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