viernes, 31 de marzo de 2017

Enamorada: Capítulo 6

—Dime que al menos tienes una foto —suspiró Sofía con dramatismo—. Una imagen vale más que mil palabras.

—De acuerdo. Sí, tengo una —Paula sacó el móvil del bolsillo y pulsó algunos botones hasta que encontró una foto de los novios y los padrinos—. Mira.

—Qué pareja tan bonita —Sofía tomó el teléfono y miró la imagen con expresión soñadora—. El doctor Alfonso y tú tampoco están mal. Te mira como si quisiera comerte —aseguró devolviéndole el móvil.

Paula sabía a lo que se refería. Era difícil no haberse fijado en la determinación con la que Pedro la había buscado durante toda la boda, la intensidad de su mirada, que le provocaba escalofríos por la espina dorsal.

—Puede que haya tratado de echarme el diente, Sofi, pero soy dura de roer. Hombres mejores que él lo han intentado —se guardó el teléfono en el bolsillo—. Vamos, tenemos trabajo pendiente.

Sofía se dió un toquecito en los labios con el dedo.

—Hablando de trabajo, acabo de recibir un memorando de la administración autorizando tu viaje a Dallas con el doctor Tío Bueno.

—Me gustaría que no le llamaras así.

—Como gustes. ¿Quieres que haga las reservas?

—Sí, pero coordínate con el despacho del doctor Alfonso para las fechas, vuelos y habitaciones de hotel. Concreta también mi reunión con el vicepresidente regional el viernes antes de que vayamos a ver el robot el lunes. Y antes de que preguntes, por supuesto que quiero habitaciones separadas.

—Como tú digas, jefa. Pero muchas mujeres quisieran estar en tus tacones.

—Esto es trabajo, Sofi —señaló hacia la puerta—. Vuelve al trabajo antes de que tengamos un problema.

Su asistente se fue sin decir una palabra más. Paula se sentó en su escritorio y encendió el ordenador. Sabía que Sofía estaba en lo cierto respecto a que a muchas mujeres les gustaría estar en su piel, pero no muchas mujeres habían pasado por un infierno ni habían perdido completamente la confianza en los hombres. Pedro Alfonso era demasiado perfecto para alguien como ella, alguien que guardaba secretos de los que no hablaba. Y por una buena razón.

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