miércoles, 1 de marzo de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 57

—Ya lo sé —contestó Paula—. Juana me lo contó cuando abandoné tu casa por segunda vez. Después de hacer el amor.

Si Pedro no hubiera estado tan enfadado, habría podido ver que Paula se distanciaba siempre que las cosas se ponían demasiado personales.

—Las dos veces que intenté alejarme de tí, Juana me convenció para que volviera a tu lado. La segunda vez, estaba decidida a contártelo todo, pero me dijo que no lo hiciera porque estabas empezando a abrirte y saber la verdad podría hacer que te cerraras de nuevo en banda. Comprendí que tenía razón y decidí callar.

—Desde entonces, has tenido muchas ocasiones de contarme la verdad y no lo has hecho. ¿Por qué?

—Porque empecé a sentir algo por tí, Pedro, no como enfermera sino como mujer y me sentía asustada y confundida.

—¿Y nunca se te ha pasado por la cabeza que a lo mejor yo también sentía algo por tí y que tenía derecho a saber la verdad?

—Yo lo único que quería era que te recuperaras, te aseguro que jamás se me pasó por la cabeza que hubiera nada entre nosotros.
—Estaba empezando a sentir algo por tí... y por Sofía—se lamentó Pedro pasándose los dedos por el pelo.

—Gracias a Marcos...

—No, por favor. No quiero oírlo. Estoy intentando asumir que la hija de la mujer a la que... Había estado a punto de decir «a la que quiero», pero prefería no hacerlo.

—¿Te das cuenta de que tu hija me ha estado mirando con los ojos de mi hijo y tú no me has dicho nada?

—No la pagues con ella, Pedro —le advirtió.

Pedro  no culpaba a la pequeña por nada, pero ahora no podría mirarla a los ojos sin pensar en su hijo y aquello era demasiado doloroso. Sin decir nada, volvió al dormitorio, recogió sus cosas y se dirigió a la puerta.

—Pedro —le dijo Paula desde la cocina.

—¿Qué?

—Tienes todo el derecho del mundo a estar enfadado conmigo. Me lo merezco. Aunque no espero que me creas, te aseguro que quería contártelo todo.

—Tienes razón, no te creo.

—He intentado mantener las distancias porque tenía miedo de que ocurriera esto. Admito que no lo he hecho bien, pero tenía una buena razón.

—¿Cuál?

—Proteger a mi hija. Por si no te has dado cuenta, te has hecho un hueco en nuestras vidas, has conseguido que Sofi te quiera. Mi hija no tiene la culpa de nada, así que no te enfades con ella. —

No estamos en el hospital, así que no me puedes decir lo que tengo y no tengo que hacer —le espetó Pedro.

—Te recuerdo que le prometiste a Sofi que irías a su obra de teatro — dijo ella dejando la taza de café sobre la encimera.

—Eso no es verdad...

Paula se acercó a él y lo miró iracunda, como una madre leona protegiendo a sus cachorros.

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