viernes, 24 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 57

El bebé sonrió, mostrando sus cuatro dientes, dos arriba y dos abajo. Necesitaba cambiarlo, pero decidió esperar hasta que la recepcionista volviera y le dijera que esperara a tener una cita para regresar. Justo entonces, la puerta del fondo se abrió y apareció Federico, muy guapo y con aspecto de abogado con su traje azul de rayas, su camisa blanca y su corbata roja. Quizá la ex esposa de Pedro fuera tras su dinero, pero no había ninguna duda de que  tenía  muy buen gusto por los hombres. Los Alfonso eran susceptibles de romper corazones, aunque su hijo todavía no, pensó arrugando la naríz.

—Paula —dijo Federico sonriendo—. ¡Qué agradable sorpresa!

Ella estudió la expresión de su atractivo rostro y pensó que si estaba mintiendo, lo estaba haciendo muy bien.

—Siento venir a molestarte a mitad del día.

—Ejercer como abogado no es tan excitante como las películas y los programas  de  televisión pretenden hacernos creer.  Me alegro de la interrupción.

Baltazar soltó un grito y Federico lo miró.

—Me alegro de ver a este jovencito —añadió agachándose de cuclillas junto al bebé.

—No dirás lo mismo si cambia la dirección del aire.

—¿Cómo dices? —preguntó Federico mirando hacia arriba.

—Necesita que le cambien los pañales.

—Ven a mi oficina —se ofreció él.

—No es buena idea, créeme —dijo Paula y señalando hacia el pasillo, añadió—. Iré un momento al aseo de mujeres y…

—De ninguna manera —dijo él tomando la bolsa de los pañales del hombro de Paula—. Si tienes lo necesario, yo tengo espacio.

—¿Tienes un sistema potente de ventilación? —preguntó ella.

—Soy fuerte —dijo él tomando el asiento portabebés y no dejándole otra opción más que seguirlo—. Pesa mucho.

Una vez dentro, Federico dejó el asiento del bebé, mientras Paula miraba a su alrededor.

—Acabo de decirle lo mismo —dijo ella contemplando la exquisita colección de cristalería de múltiples colores y sintiéndose extraña y fuera de lugar—. Mira, Federico, es muy amable de tu parte permitirme que lo cambie aquí, pero no está bien.

—Es mi sobrino, Paula, un Alfonso. Lo que no está bien es cambiarlo en  el  aseo  de  señoras  —dijo  sonriendo  divertido—.  No  quiero  ser responsable de las consecuencias.

Ella rió.

—¿Estás seguro?

—Mucho.

—Recuerda que ésta ha sido tu idea —dijo mientras el bebé no paraba de moverse.

Después de preparar el sitio donde lo iba a cambiar y de sacar las toallitas y el pañal nuevo,  se puso manos a la obra. Federico esperó acierta distancia, apoyándose en uno de los sillones que había frente a su escritorio.

—¿Qué tal te va, Paula?

—Bien, si no tenemos en cuenta mi reciente apendicetomía —dijo ella, levantando la mirada.

Él frunció el ceño.

 —¿Estás bien?

Paula sonrió, recordando los cuidados constantes de Pedro. Se había sentido muy bien hasta que él había roto toda comunicación.

—Sí, estoy bien. He vuelto al trabajo y hoy tengo el día libre —explicó.

 —Imagino que no tuviste ningún problema mientras estuviste convaleciente —dijo él cruzándose de brazos.

—Sí, Pedro se ocupó de todo.

—Bien —dijo él bajando la mirada unos segundos—. Ya sabes que puedes contar conmigo si me necesitas.

—Gracias. Y ahora que lo mencionas…

—¿Qué? —dijo él arqueando una ceja.

 —Pensé que era hora de que tu sobrino viniera a visitarte.

Despegó las tiras de pañal y levantó las piernas de Baltazar para limpiarlo. Cuando el pañal sucio estuvo doblado y preparado para ser tirado, le puso el nuevo.

—Me alegro de que hayas venido —dijo Federico y después de hacer una pausa, añadió—. No te lo tomes a mal, pero he de decir que ha sido muy repentino.

Ella lo miró mientras acababa de vestir a Baltazar. Ahora conocía los detalles de lo que había entre Pedro y su hermano. No le daba la impresión de que Federico  estuviera intentando ligar con ella. Todo lo contrario. ¿Cuántos hombres permitirían cambiar el pañal a un bebé en su propio despacho?

—Tienes razón —dijo levantando al bebé y sujetándolo por las manos —Es por Pedro. Por fin me ha contado lo que pasó entre ustedes.

—Entiendo.

Federico no parecía muy feliz.  El bebé se sentó y luego empezó a gatear.

-¿Es eso todo lo que tienes que decir?

—Te ha contado que me acosté con su esposa. ¿Qué más puedo decir?

—No estoy segura, pero tengo la sensación de que hay más detrás de todo eso.

—Para todo hay distintos puntos de vista —dijo.

Ella esperó, pero Federico no dijo nada más.

—¿Qué significa eso? —preguntó ella por fin.

—Siempre hay dos versiones de una historia, pero mi hermano sólo escuchó una.

Cuando el bebé se agarró a sus pantalones y se puso de pie, Federico se agachó para tomarlo en brazos. Luego, sonrió al ver a Baltazar señalar con su dedo el nudo de la corbata, probablemente la primera que veía puesto que Pedro rara vez se ponía una.

—¿Cuál es tu versión de la historia?

—No quiero ofenderte, Paula, pero eso es algo entre mi hermano y yo—dijo mirando al bebé, con una expresión triste en el rostro—. Se niega a escucharme y ha dejado bien claro que no habrá ninguna relación entre nosotros.

Algo le decía que el problema que Pedro tenía con su hermano, era la clave para que se abriera.

—¿Y a tí te parece bien? ¿No quieres arreglarlo?

—A él no parece importarle lo que yo quiero.

 Federico dejó al bebé en el suelo cuando empezó a protestar, pero Baltazar no se movió de su lado, así que le dió la mano para sujetarlo.

—Eso no es una respuesta.

Él se encogió de hombros.

—Soy abogado. No doy respuestas directas.

Ella lo observó. Tenía ojeras bajo sus ojos azules.  ¿Sería por la tendencia de los hombres Alfonso a mantenerse en el lado oscuro?  No quería eso para Baltazar , pero llevaba ese camino si no hacía cambiar a Pedro.

1 comentario:

  1. Muy buenos capítulos!!! Me puse al día con esta historia! Cuál sería la versión de Federico?

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