domingo, 12 de marzo de 2017

Nadie Como Tú: Capítulo 21

Pensándolo mejor, no se trataba de ninguna cena romántica. Estaban en una fase de negociación y tenían que llegar a un acuerdo.

—Me quedaré, gracias.

—Pondré la mesa.

Ella sonrió y por unos segundos no pudo defenderse de su cálido magnetismo. Quería dejarse llevar y disfrutar. Luego dió un paso atrás.

—¿Y qué hacemos con el jovencito?

 —Creo que lo has dejado agotado.

Pedro se giró y vió a su hijo profundamente dormido tumbado en el suelo sobre su espalda.

—¿Lo llevo a su cuna?

Ella negó con la cabeza.

—No dormirá demasiado. Cuando se despierte le daré de cenar y lo bañaré. He aprendido a aprovechar y disfrutar de los momentos de calma. Desde que nació, no he tenido demasiados.

—De acuerdo —dijo él—. Tú eres la madre.

—Lo dices como si fuera un título con autoridad —dijo poniendo el mantel en la mesa.

Luego, puso los platos, los tenedores y las servilletas.

—Después de lo de hoy, creo que tienes alas y que puedes caminar sobre el agua.

Ella fingió un gesto de sorpresa.

—Entonces, me alegro de haber traído pan de ajo, también.

—¿Con queso?

—Sí.

Paula dejó un recipiente en la barra y quitó la tapa. El olor a ajo, tomates y queso hizo que a Pedro  le rugiera el estómago.

—¿Has oído eso? —preguntó él.

Ella asintió.

—Sospecho que no has podido comer,  aunque los platos en el fregadero evidencian lo contrario.

—Creo que nuestro hijo tiene algo en contra de que los adultos coman teniéndolo cerca. ¿Crees que piensa que es contraproducente para su bienestar?

—No —dijo colocando una cuchara en el plato—. Sírvete.

Paula  se sentó y cuando los dos platos estuvieron servidos, empezaron a comer.

—Estoy muerta de hambre.

—¿Mucho trabajo en urgencias?

—Lo normal.

 —O sea que ha sido un buen día, ¿No?

—Sí —dijo ella asintiendo—. Ha sido un buen día.

Aquél era el mejor día que él había tenido en mucho tiempo. Había estado con su hijo y nada fuera de lo normal le había ocurrido. Ahora estaba cenando con una mujer preciosa.

—¿Me puedes contar por qué estás enfadado con tu hermano? —dijo ella.

Si hubiera estado bebiendo, se habría atragantado. Evidentemente,aquella pregunta lo incomodó.

—Prefiero no hacerlo.

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