viernes, 4 de marzo de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 68

No habían hablado mucho la noche anterior. Ella asintió y sonrió.

Se dirigió hacia ella como si fuera a besarla, pero se detuvo en medio de la habitación y salió con gesto determinado. Ella lo observó, con una sombra de duda pasando sobre toda la felicidad de la noche anterior. ¿De qué quería hablar?

Ella no quiso pensar que fuera algo malo, pues Pedro había pasado casi veinticuatro horas haciendo todo aquello de lo que era capaz para darle placer y para hacerla concebir un hijo suyo. Se dijo a sí misma que debía sentirse segura.

Con ese pensamiento, siguió las instrucciones de Pedro y tomó un largo baño de burbujas aderezado con un caro aceite de baño, regalo de su suegra. El agua burbujeante se llevó el dolor y las molestias de su cuerpo.

Un poco más tarde y tras un solitario desayuno, puesto que estaba sola en la casa, le anunciaron que la esperaba una visita. Ella se dirigió a la sala admirando los frescos del techo y las pinturas de las paredes como hacía siempre. La casa había sido decorada por los grandes maestros italianos de la época.

Un ruido al lado de la ventana alertó a Paula de la presencia de su visitante... Giuliana estaba de pie junto a la ventana, iluminada por la luz otoñal.

—Supongo que te crees muy lista —empezó la modelo.

—No sé a qué te refieres.

Giuliana dió un paso adelante, revelándole una mirada de condescendencia.

—Tontita. No se quedará contigo ahora que es un hombre de nuevo.

¿Cómo podía Giuliana saber algo que Pedro había descubierto la noche anterior? No podía haberla llamado. Paula empezó a sentir un nudo de nervios en el estómago y empezó a respirar con dificultad.

—¿De qué estás hablando?

—No te hagas la ignorante conmigo. Ya sé que Pedro ha vuelto a andar.

Así que no sabía el resto. Se sintió aliviada, pero, ¿cómo se había enterado Giuliana de que podía andar? Paula se había enterado el día anterior.

—Siempre supimos que Pedro volvería a andar.

—Si él hubiera creído eso, nunca me habría dejado marchar —dijo secamente.

Según lo que él mismo le había contado, era cierto que había tenido sus dudas.

—No sé qué cambia eso —dijo, sin saber muy bien qué decir.

—Eres una estúpida, ¿verdad?

Paula se puso tensa ante el insulto.

—Está claro que tienes algo que decir. Te sugiero que lo hagas y que te marches de mi casa.

—¿Tu casa? ¿Cuánto crees que durará? Hasta que le des un hijo a Pedro. Él sabía que yo no quería quedarme embarazada y estropear mi figura. Cuando hayas cumplido con tus tareas, él volverá a mí, a quien realmente ama.

—Pedro no hará eso —tenía mucha integridad como para abandonar a una madre y a su hijo.

Giuliana sonrió viciosamente.

—Cuando un hombre desea algo, lo sacrifica todo para conseguirlo.

—¿Qué te hace creer que te quiere a tí? Te dejó marchar.

—Pensaba que no podría ser el hombre que yo necesito que sea. Me dejó marchar por mi bien. Ahora los dos sabemos que es distinto.

Paula apretó los puños ante las verdades que estaba diciendo Giuliana. El mayor miedo de Pedro era no poder volver a hacer el amor, no el no volver a andar.

—Tú no lo quieres.

La risa de Giuliana sonó desagradable.

—Cuando tienes una relación sexual como la que teníamos Pedro y yo, las emociones tontas como el amor no son necesarias.

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