miércoles, 23 de marzo de 2016

La Impostora: Capítulo 59

—Te lo advierto. No creas que puedes jugar conmigo, Pau.

— ¡Esto es ridículo! ¿Por qué iba a hacerlo cuando todo el mundo sabe que está loco por otra mujer y que yo estoy loca por tí?

—Me hablas de tu amor como si fuera un talismán. Pero sólo son palabras, Pau, y los dos sabemos lo bien que las sabes manipular para conseguir lo que quieres. Las mentiras salen de tu boca, tan dulces y seductoras como la miel.

Pau cerró los puños impotente.

—Mi amor no es una mentira, Pedro. Todo lo que he hecho ha sido porque te quería y porque me daba miedo perderte.

—Una mujer que ama a un hombre no haría lo que tú has hecho, Pau—dijo duramente.

—Estás equivocado. No sabes qué equivocado estás. Una mujer enamorada haría cualquier cosa —contestó, sabiendo en su corazón que él no quería escucharla.

En ese momento, una ligera brisa movió el cabello de Pedro sobre su frente.

Instintivamente Pau fue a apartarlo. Sus dedos rozaron la mejilla de él y el contacto encendió la palma de su mano como si fuera una llama.

Al mismo tiempo, Pedro levantó la mano y cuando sus dedos se rozaron y sintió el calor de su contacto, notó que la respiración de él se aceleraba. Los dos apartaron la mano rápidamente. Pau contuvo la respiración mientras se miraban a los ojos.

—Pedro... —su voz era un susurro mientras esperaba que él volviera a rechazarla.

— ¡Dios! —su exclamación era un gemido atormentado.

Pedro cerró los ojos un segundo y cuando los volvió a abrir no pudo apartar la mirada de Pau. El aire a su alrededor se volvió espeso.

Pau olvidó su enfado. Lo único que sabía era que tenía que convencerlo de que confiara en su amor.

—Sabes que te quiero —gimió entrecortada.

— ¿Por qué has tenido que venir aquí? —susurró él a su vez.

—Tú me has llamado. ¿Es que no sabes que no soy nada sin tí? —suspiró ella mientras lo acariciaba suavemente.

— ¡No! —ordenó él, apartándola tan bruscamente que ella tropezó.

Se habría caído si Pedro no hubiera reaccionado rápidamente y la hubiera tomado en sus brazos.  Ella cayó sobre su pecho con un grito ahogado que se quedó en su garganta.

Sintió cómo el pecho de Pedro se ensanchaba buscando aire y la presión de sus dedos en sus brazos. Empezó a temblar y levantó los ojos hacia él. Todo estaba allí. Todo lo que quería negar. Aquel contacto lo había debilitado y esa noche no tenía defensa contra ella.

—Pau.

Su nombre no era más que un susurro, pero ella lo oyó con cada fibra de su ser.

Terminó en un gemido desesperado. El tiempo se quedó suspendido. Ella sintió el momento exacto cuando la voluntad dejó paso a la necesidad. Su cabeza empezó a inclinarse hacia su cara y tomó sus labios con un beso hambriento que ella devolvió.

La pasión se encendió inmediatamente mientras los dos intentaban apretarse uno contra el otro. Nada importaba más que el placer que podían darse mutuamente. Para Pau era como encontrar un oasis en medio del desierto. Sólo la necesidad de respirar los forzó a separarse y a mirarse a la cara, con los ojos llenos de pasión y la respiración entrecortada.

— ¡Dios bendito!

Con una brusquedad que era más sorprendente después de aquel momento de pasión, Pedro la apartó, con expresión de asco hacia sí mismo. Se dio la vuelta, sujetándose a la barandilla y respirando con dificultad.

— ¿Qué demonios estoy haciendo?

Pau se humedeció los labios, doloridos por el beso.

—Haciéndome el amor.

—El amor no tenía nada que ver —contestó él enfadado.

Sabía que Pedro estaba enfadado con él mismo, no con ella.

4 comentarios:

  1. yo soy pau y lo mando a la mierd* por orgulloso ajjaja
    muy buena la nove me tiene re atrapada

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  2. Pedro se va a arrepentir, ojalá tenga que remarla

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  3. Pero este Pedro es un estúpido! que más quiere que haga! Demasiado aguanta Paula! Muy buenos capítulos!

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  4. Muy duro este Pedro!!! Que afloje un poco!!!

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