miércoles, 9 de marzo de 2016

La Impostora: Capítulo 15

—Si se parece en algo a usted, señor Alfonso, yo no lo dudaría —dijo mientras empezaba a recoger sus cosas. Horacio y Ana rieron.

—Le gusta que lo adulen, como a Pedro—bromeó Ana, ayudando a Pau con su abrigo—. Muchas gracias por venir hoy, querida. ¿Te veremos esta noche?

La estaban tratando como a alguien de la familia y Pau empezó a tener problemas de conciencia. Pero no podía hacer nada excepto aceptarlo educadamente.

—Pasaré por aquí más tarde, pero ahora tengo que hacer una cosa —contestó.

No pudo evitar besar a la mujer en la mejilla antes de salir de la habitación.

Lo que tenía que hacer no era algo muy apetecible. Aunque no lo deseaba, tenía que ir a ver a su hermana para intentar convencerla de que cambiara de opinión. No quería que Micaela volviera con Pedro porque quería protegerlo del daño que su hermana le había hecho y podía volver a hacerle. Pero esa no era su decisión. Si Pedro quería a su hermana, su conciencia no la dejaría en paz si no lo intentara de nuevo.

Tomó un taxi hasta el elegante edificio de apartamentos donde vivía Micaela. El guardia de seguridad era una de las pocas personas que sabían que Micaela y ella eran gemelas y la identificó por el corte del pelo.

—Lo siento, señorita Chaves, pero su hermana se ha marchado.

Pau lo miró sin entender.

— ¿Se ha ido?

El guardia parecía incómodo.

—Hizo las maletas, pagó el alquiler y se fue de la ciudad a primera hora. Lo siento, señorita.

Atónita por la rápida desaparición de su hermana, Pau asintió con la cabeza.

—Está bien. No es culpa suya que no me lo dijera. ¿Por casualidad le dijo dónde iba?

—Lo único que dijo es que se iba a la costa. ¿Quiere que llame a un taxi?

—Sí, gracias. Esperaré fuera.

Nunca habría pensado que Micaela se iría sin decir adiós, abandonando a un hombre herido, pero su hermana gemela tenía sus propias leyes y aquello era la confirmación de que Micaela no quería saber nada de Pedro. No debería sentirse feliz, pero no podía negarse a sí misma que lo estaba. Pau había hecho todo lo que su conciencia le había pedido que hiciera. Lo que ocurriera a partir de ese momento era cosa suya. Pasara lo que pasara, no rompería el corazón de su hermana porque Micaela simplemente no tenía corazón.

El viernes por la tarde Pau estaba convencida de que tenía controladas sus emociones. Había visitado a Pedro varias veces cada día —ya que por fin le habían devuelto el coche— y no había vuelto a sentir esa increíble atracción. Posiblemente porque sus visitas habían coincidido en momentos en los que Pedro estaba dormido o estaban sus padres presentes, admitió con ironía. Pero seguía sintiéndose muy interesada por él. Incluso malherido, Pedro Alfonso no era un tipo de hombre al que se pudiera ignorar.

3 comentarios:

  1. Buenísimos los caps, qué lío se va a armar cuando se descubra todo jajaja

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  2. Muy buenos capítulos! como reaccionará Pedro cuando sepa quien es Paula!

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