viernes, 11 de marzo de 2016

La Impostora: Capítulo 17

Por favor, parecía una idiota, pero Pedro tenía la habilidad de hacer que no pudiera articular una palabra inteligente.

—Qué pena. Había soñado enterrar mi cara en él cuando hiciéramos el amor.

— ¡Pedro! —protestó ella ruborizándose.

Era una reacción ante la imagen mental de esa fantasía, que le pareció sorprendentemente excitante.

—Dí eso otra vez —ordenó él quedamente con un gemido que no tenía absolutamente nada que ver con el dolor.

¡Por Dios , este hombre estaba haciendo que se le pusiera la carne de gallina! Era como si todos sus sentidos se hubieran despertado. Nunca había experimentado nada parecido antes de conocerlo.

— ¿Que diga qué? —musitó ella.

—Mi nombre. Lo dices con un tono muy sexy —añadió Pedro con una mirada que la hubiera derretido de haber estado él sano.

De todas maneras casi lo hizo. Sentía como si sus piernas no pudieran sostenerla.

La mente de Pau dejó de funcionar a un nivel sensato en ese momento. Lo único que sabía era cómo se sentía y cómo reaccionaba Pedro.

— ¿Estás flirteando conmigo? —preguntó ella sin aliento.

El brillo de sus ojos se convirtió en una llama.

— ¿Es que no lo sabes?

Aunque los separaban varios metros, ella sintió como si él la hubiera tocado y casi no podía respirar.

— ¿Te... te parece sensato?

—Probablemente no, pero tenía que asegurarme de que no había perdido mi toque —contestó guasón.

—Créeme, no lo has perdido —aseguró ella coqueta, haciéndolo reír.

Enseguida deseó no haberlo hecho porque notó que la risa le hacía daño.

— ¿Estás bien?

—Me sentiría mejor si estuvieras a mi lado —admitió él, levantando una mano.

Pau se acercó para tomarla.

En el momento que se tocaron ella sintió una corriente nerviosa en todo su cuerpo.

—Asombroso, ¿verdad? —dijo él suavemente, entrelazando sus dedos y atrayendo su mirada.

— ¿Estás... ? —pero cuando él asintió, no pudo seguir.

—Completamente. No puedo dejar de pensar lo que me habría perdido si hubiera muerto.

Hasta hace un segundo su sangre estaba hirviendo, pero de repente se había enfriado, dejando helada hasta su alma. Si hubiera muerto. Sintió un escalofrío.

— ¿Pau? ¿Qué te pasa?

La preocupación en la voz de Pedro hizo que levantara la mirada hacia él.

—Podrías haber muerto.

Y en ese momento se dio cuenta de lo que significaba para ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario