domingo, 6 de marzo de 2016

La Impostora: Capítulo 2

—Parece que estás bien —dijo burlona.

— ¿Bien? ¡Mira esto, me va a quedar una cicatriz, ya lo verás! —exclamó Micaela señalando un pequeñísimo corte en su mejilla derecha que había sido limpiado y que ni siquiera había necesitado puntos.

Por la fuerza de la costumbre, Paula ignoró el comentario de su hermana y buscó información.

— ¿Qué ha pasado? Lo único que me ha dicho la policía es que habías sufrido un accidente —dijo recordando el miedo que había sentido pensando que había perdido a su único familiar.

Huérfanas desde pequeñas, siempre habían estado solas, razón por la que Paula seguía aferrada a Micaela.

Ignorando descaradamente el cartel de «No fumar», Micaela encendió un cigarrillo y le dio una profunda calada durante unos segundos antes de contestar.

—Ha sido horrible, creí que iba a morir. Un coche perdió el control cuando salíamos del restaurante y se subió a la acera, directamente hacia nosotros. Pedro me empujó para apartarme, pero el coche lo atropello a él. ¡Y yo me dí un golpe contra la pared y me hice esto! —de nuevo señalaba el cortecito en la mejilla.

Paula se prometió a sí misma no prestar atención al infantil egoísmo de su hermana.

— ¿Quién es Pedro?

Micaela exhaló el humo y la miró intensamente.

—Pedro Alfonso.

— ¿Pedro Alfonso, el abogado? —preguntó incrédula.

Cuando su hermana asintió, Paula no podía dar crédito. Había oído hablar de él.

¿Quién no lo había hecho en el mundo de las leyes? Su reputación como abogado era increíble. Era casi una leyenda a los treinta y cuatro años.

— ¿Y cómo lo has conocido?

—Un día entró en el gimnasio al que yo voy y empezamos a charlar. Había venido a Denver a llevar un caso y, en fin, supongo que debes saberlo, me ha pedido que me case con él.

Decir que Paula estaba atónita era decir poco. Ni siquiera sabía que Pedro Alfonso estuviera en Denver y ahora descubría que era nada más y nada menos que el prometido de su hermana. ¡Su prometido! Nunca pensó que eso pudiera ocurrir. Estaba tan acostumbrada a los devaneos de su hermana con los hombres que no se le había ocurrido que un día pudiera enamorarse de uno de ellos. Que fuera Pedro Alfonso el que había hecho el milagro era una sorpresa, pero la vida está llena de ellas.

Se quedó mirando a su hermana, intentando imaginar la horrible ansiedad que debía de estar sufriendo.

Cada persona se comporta de forma diferente ante una situación de tensión y el miedo hace que la gente se comporte de forma curiosa. Su hermana debía de estar escondiendo el suyo tras una fachada de indiferencia. El corazón de Paula se ablandó.

— ¿Y cómo está? —preguntó cariñosamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario