lunes, 28 de marzo de 2016

La Impostora: Capítulo 71

— ¿Nunca se lo contaste?

— ¿Se lo hubieras contado tú? Me habrían castigado y yo no tenía ninguna intención.

—Y yo que pensaba que nunca habías hecho nada malo —dijo Pau sonriendo.

Pedro se encogió de hombros.

—Yo también he tenido mis momentos.

—Igual que todo el mundo.

Siguió un silencio incómodo en el que de repente se oyó el walkie—talkie. Pedro  contestó y Pau contuvo el aliento esperando oír las noticias.

—Lo han encontrado. Parece que llegó hasta el granero de Riley y se quedó dormido. Se lo acaban de llevar ahora mismo —informó él aliviado—. Voy a decírselo a Fede.

Pau  no se había dado cuenta de la tensión que ambos habían sentido hasta ese momento. Ahora se sentían aliviados y ella, débil y temblorosa, miró al cielo para ver la luz a través de las hojas de los árboles. Era un lugar tan agradable que se hubiera echado a dormir.

—Ya están de vuelta.

La voz de Pedro interrumpió sus pensamientos.

—Supongo que nosotros también deberíamos volver.

Pedro  la estudió, como si estuviera debatiendo algo en su mente y, de repente, pareció tomar una decisión.

—Dentro de un momento. Ven conmigo.

Que la invitara a ir con él a algún sitio la sorprendió y se levantó rápidamente.

— ¿Dónde vamos?

—Ya lo verás —contestó Pedro sonriendo.

Intrigada, Pau lo siguió. En menos de diez minutos llegaron a un claro del bosque. Podía escuchar el sonido del agua saltando sobre las rocas y, cuando se acercó, vio un riachuelo en el que la luz del sol bailaba sobre la superficie del agua. Pau estaba hechizada.

—Es precioso —dijo bajito.

—Sabía que te gustaría.

Claro que le gustaba y le gustaba mucho más el mensaje que parecía estar enviándole. Aquel sitio era un lugar especial para él y que no compartía con todo el mundo. Que lo compartiera con ella llenó su corazón de esperanza. ¿Por qué iba a llevarla a ese sitio si no pensara que había un futuro para ellos? Tenía que ser un signo.

—Gracias por traerme aquí —dijo con una amplia sonrisa.

Pedro hizo una inclinación de cabeza.

—De nada.

Volvieron a mirarse a los ojos pero, como por decisión mutua, ambos apartaron la mirada y Pau se quedó deseando que él cruzara los metros que los separaban y la tomara en sus brazos para terminar con el purgatorio en el que estaba viviendo.

Débilmente se sentó en la hierba, mirando por el rabillo del ojo cómo Pedro se apoyaba en un árbol y cruzaba los brazos sobre el pecho, observando el riachuelo.

Se fijó en la sombra de su rostro. No era un hombre felíz. Lo que había ocurrido entre ellos había destruido su felicidad tanto como la suya propia.

—Daría lo que fuera por saber qué estás pensando —dijo ella.

Él giró la cabeza para mirarla.

—Tendrías que dar demasiado —contestó con una sonrisa burlona.

—Eso es cuestión de opiniones.

Quería acercarse a él, acariciarlo. Decirle que todo iba a salir bien. Pero no podía hacer nada de eso.

— ¿Qué me darías? —preguntó Pedro con curiosidad.

—Puedes poner el precio que quieras.

— ¿Aunque fueran malos pensamientos?

—Si son malos pensamientos, seguro que se refieren a mí —replicó con una tristeza que hizo que Pedro frunciera el ceño.

— ¿Eso es lo que crees?

— ¿Me equivoco?
—No del todo —concedió él solemne, colocándose en una posición más cómoda—. Tú eras parte de mis pensamientos, pero no de todos.

—La mayor parte, pero no los mejores, ¿verdad?

—La verdad es que estaba pensando en cómo se ilumina tu cara cuando te ríes. Tus ojos brillan como zafiros —declaró él con una voz tan ronca que su corazón dio un vuelco.

—Si me dices esas cosas, me vas a obligar a decir que tienes una sonrisa de pecado —dijo sin aliento.

Pedro se apartó del árbol y dio dos pasos para acercarse a ella. Se paró y dijo:

—Me gusta oírtelo decir.

—Yo estoy por pensar que alguien ahí arriba nos está gastando una broma —suspiró mirando al cielo—. Una broma muy pesada.

—Yo también he perdido el sentido del humor últimamente —asintió Pedro sarcástico—. ¡Pero es que intentar ignorarte es como tratar de que la lluvia caiga hacia arriba! ¡Es totalmente imposible!


3 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyy, qué lindooooooooo, se va aflojando Pedro. Buenísimos los caps.

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  2. Por fin Pedro se está hablandando!!!

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  3. Muy buenos capítulos! Está aflojando, pero la paciencia de Paula no tiene dimensión!

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