miércoles, 2 de marzo de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 64

—Quítate la ropa, Pedro.

Él se quedó helado. Sus ojos se cerraron mientras ella le veía luchar contra sí mismo.

Entonces dudó de lo que acababa de pedir. Tal vez pudieran seguir y pedirle que se desnudara más tarde. Estaba a punto de pedirle que volviera a besarla cuando él se levantó.

—No tienes que...

—Quiero hacerlo. Te lo mereces y yo también. Quiero hacerte mía de la forma más completa en que un hombre puede poseer a una mujer —dijo él, orgulloso.

A ella le encantaba cuando se refería a ella como una «mujer».

Implicaba intimidad libremente elegida., no un matrimonio de conveniencia en el que se sintiera atrapado por su sentido de la integridad.

Ella lo miró mientras se quitaba la chaqueta y después la corbata, que dejó caer al suelo en un gesto de descuido. Después fue el turno de los botones negros, primero los de los puños y después los del pecho. Los soltó uno a uno, revelando progresivamente los contornos de su pecho musculoso hasta que la camisa de seda blanca estuvo abierta del todo. Los caracoles negros de su pecho dibujaban una V que desaparecía provocativa por debajo de la cinturilla de sus pantalones grises.

Ella contuvo el aliento mientras él se deshacía de la camisa. Después se quitó los zapatos y los pantalones. Los hizo a un lado mientras miraba su cara arrobada, y después fue el turno de los calcetines.

Se quedó de pie, desnudo frente a ella, excepto por los boxers de seda negra. Metiendo los pulgares por debajo de la cinturilla elástica, se los bajó por los muslos mientras ella dejaba escapar un sonido ininteligible al ver la parte más íntima de él.

Tragó saliva.

Abrió la boca, pero como no fue capaz de decir nada, la cerró.

Cerró los ojos. Los abrió.

Sacudió la cabeza.

No estaba resultando de gran ayuda...

—¿Se hace más grande? —preguntó ella en un gemido de verdadera mortificación.

Una sonora carcajada hizo que ella subiera la mirada desde su impresionante miembro hasta su cara. Él parecía estarse divirtiendo, pero eso no era divertido. ¿Cómo quería que se enfrentara a eso?

Pedro sacudió la cabeza, incapaz de creer la reacción de su mujer. Había esperado algo de preocupación, tal vez algo de pena, pero nunca había pensado en un ataque de nervios a la vista de su miembro en estado de semi erección.

Ella estaba verdaderamente asustaba pensando en una erección completa y aquello le levantó la moral de un modo increíble. Ella no lo consideraba un eunuco, más bien pensaba que era demasiado viril. Él sintió que se ponía más rígido y vio cómo ella palidecía. Estaba realmente preocupada.

Ella era pequeña, unos treinta centímetros más baja que él y de constitución delicada, pero no tenía ninguna duda de que sus cuerpos se ajustarían bien.

—Tu cuerpo fue creado para acomodarse al mío.

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