miércoles, 2 de marzo de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 63

—Dijiste que habías notado una respuesta... —no podía pronunciar la palabra erección.

—Sí. Muchas veces cuando te he tocado he sentido algo, nunca tanto como anoche.

—Pero no me dejaste continuar.

—No.

—¿Por qué? ¡No lo entiendo!

—Si no duraba... si no podía llegar al climax... —su voz se apagó.

Ella ya sabía a lo que se refería: se habría sentido humillado.

—Yo haría lo que fuera por tí.

—Sí, y hoy lo has demostrado —retiró las manos de su cara— Nunca olvidaré tus lágrimas de esta mañana, ni el momento en que te has desmayado.

—No ha sido culpa tuya —repitió ella—el médico me dijo el primer día que algunas mujeres sufrían mucho dolor, pero no te lo quise decir. Sinceramente, no creí que me pasara a mí, y deseaba tener un hijo tuyo de verdad.

—Si me hubiera enfrentado a mi cobardía, tal vez ese sacrificio no habría sido necesario.

Ella le hizo girar la cara para que la mirase a los ojos. Era típico de  Pedro echarse a la espalda toda la responsabilidad.

—No eres un cobarde, Pedro. Te has enfrentado a tu parálisis y has luchado.

—Pero no me enfrenté a mis miedos y tú has pagado por ello.

Al ver brillar sus ojos, Paula no pudo más y, sin preocuparse por si había estado en posición horizontal el tiempo suficiente, se sentó en la cama y le lanzó los brazos al cuello.

—No, Pedro. Quise tener un hijo contigo. No me preocupaba el cómo tenerlo. Deseaba tanto ese hijo...

Él la besó suavemente, con dulzura.

—¿Cómo te encuentras?

—Mejor.

—¿Ya no te duele nada?

Ella sacudió la cabeza.

—Tal vez debiéramos comprobar si puedo darte hijos con más placer del que has recibido esta mañana, ¿no?

—¿Estás seguro de que quieres intentarlo?.

—Si, amore.

Su amor... si fuera verdad. Ella sonrió; su dulce mirada, su deseo de arriesgarse al fracaso... por ella. Con eso le bastaba.

Pedro inclinó la cabeza y le acarició los labios con los suyos. Una vez, dos veces, tres., ella gimió protestando por su juego.

Ella giró la cabeza, intentando atrapar sus labios para obtener un beso más satisfactorio, pero él estaba ocupado en su cuello.

—Pedro, por favor...

No quería más caricias. Necesitaba más, toda su pasión.

—Sssh... tesoro— su lengua se hundió en su oído—. Será perfecto—su voz y la sensual caricia hicieron que su cuerpo temblara anticipándose a lo que vendría después.

Sus labios se abrieron para dejar escapar un gemido silencioso y finalmente él cubrió sus labios con los suyos firmemente para tomar el control de los cálidos rincones de su boca.

Aquel beso hizo que ella le rodeara el cuello con más fuerza, y entonces recordó que podía tocarlo. Separó su boca de la de él, jadeando de la excitación, pero segura de que en esa ocasión las cosas serían distintas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario