viernes, 11 de marzo de 2016

La Impostora: Capítulo 20

—Supongo que aún tenemos mucho que aprender uno sobre el otro. Y no, no importa. De hecho, Pau va mejor con tu nuevo aspecto, con el pelo corto y sin maquillaje. Creo que me gusta más.

—Me alegro, porque a mí también me gusta más.

Pau se mordió los labios mientras se daba la vuelta para que él no viera que se había sonrojado. Un sonrojo que sintió al comprobar que ella, Pau Chaves, podía desconcertar a un hombre como Pedro Alfonso.

Se quedó hasta que por fin Pedro empezó a dormirse, exhausto por el esfuerzo que requería mantener una conversación. De camino a casa, entró a comprar algo de comida. Se sentía ligera y feliz por su recién descubierto poder. Así, lo que normalmente era una tarea pesada se convirtió en algo divertido hasta que, de repente, su burbuja se rompió.

¿Pero qué demonios estaba haciendo ella flirteando con Pedro Alfonso? Él respondía porque pensaba que era Micaela. La alegría que había sentido durante un corto período de tiempo se desvaneció ante la cruda realidad. Se había enamorado del prometido de su hermana y no había ningún futuro para ella en esa relación. Uno de estos días tendría que decirle la verdad y, cuando Pedro descubriera lo que había hecho Micaela, las odiaría a las dos y Pau no podría culparlo. Aunque no tuviera ninguna razón para odiarla a ella, tampoco la había para que la quisiera.

Ella podía estar enamorada de él, pero él no lo estaba de ella. Se sentía atraído, pero eso era algo muy diferente. La verdad fue como una ducha de agua fría y se dio cuenta de que se había estado portando como una idiota. No había usado la cabeza y ahora tendría que recoger las piezas de su corazón roto.

No podía esconder que se sentía atraída por él, pero podía asegurarse de que él no supiera que había habido algo más que eso. Era el momento de limitar el daño. Por su propio bien, debía hacer lo que se había dicho a sí misma antes, conservar la cabeza fría y mantener las distancias.

Terminó de hacer la compra con determinación y condujo hasta su cómodo apartamento. Dejó las bolsas en la cocina y estaba a punto de entrar en la ducha cuando vió el piloto encendido del contestador. Automáticamente, se dirigió hacia él para comprobar las llamadas.

—Hola, soy Zaira. Sólo quería saber si lo de esta noche seguía en pie. Adiós.

Pau se tocó la frente. ¡Santiago! Se había olvidado de él por completo. Era el hijo de su compañera y amiga, Zaira, y le había prometido que lo llevaría a ver el partido esa noche. Había comprado las entradas hacía meses como regalo de cumpleaños.

Como distracción, la llamada no podía haber llegado en mejor momento. Había planeado ir a visitar a Pedro esa noche, pero aquélla era su oportunidad de empezar a hacer su vida normal. Aunque una parte de ella se rebelaba, la parte sensata ganó porque era por su propio bien. Decidida, se sentó en un sillón y tomó el teléfono.

La madre de Pedro se puso al teléfono en la sala de las enfermeras.

— ¿Pau? ¿Te pasa algo?

Estaba pasando, pero pronto dejaría de pasar, pensó Pau resuelta.

—Estoy bien, Ana. Es sólo que he olvidado decirles una cosa. No podré ir a ver a Pedro esta noche. Había quedado para ir al partido con un amigo. Es su cumpleaños y no puedo decirle que no.

No sabía por qué no le decía que su amigo era un niño, pero ya que no lo había hecho pensó que sería mejor dejarlo sin aclarar. Podría necesitar un novio imaginario en algún momento.

2 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! Se dará cuanta por sí solo Pedro que ella no es quien cree, o se lo dirá Paula?

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  2. Cada cap que leo pienso el bolonqui que se va a armar cuando Pedro sepa toda la verdad.

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