lunes, 14 de marzo de 2016

La Impostora: Capítulo 31

— ¿Esto quiere decir que te gusta lo que he dicho? —Pedro bromeó tiernamente, acariciando su pelo.

Pau levantó la cabeza con el corazón en los ojos.

—No sabes lo que significa para mí que hayas dicho eso.

Pedro  acarició sus labios con un dedo.

—Me lo puedo imaginar —dijo inclinándose para besarla, pero no con pasión sino con una dulzura que hablaba de sentimientos mucho más profundos.

Se estaban sonriendo cuando una discreta llamada a la puerta hizo que se volvieran. Los padres de Pedro estaban en la puerta.

— ¿Podemos pasar, hijo? ¿O prefieres que nos vayamos y volvamos más tarde? —preguntó el padre de Pedro con humor.

Pau se levantó ágilmente mientras pedro indicaba a sus padres que pasaran.

— ¿Lo has conseguido? —preguntó con misterio a su padres.

Horacio Alfonso se palpó el bolsillo de la chaqueta.

—Todo firmado y sellado, hijo —contestó el padre—. ¿Se lo has dicho a Pau?

— ¿Decirme qué? —preguntó ella, mirando de uno a otro—. ¿Qué ocurre?

—Estupendo, no se lo has contado. Quería estar presenté cuando lo hicieras —exclamó la madre de Pedro, sentándose en el borde de la cama—. ¡Venga, díselo!

Pau estaba punto de explotar cuando Pedro  la miró para decir:

—Lo primero es lo primero. Me han dicho que me sueltan el lunes.

—Estupendo. Así podrás dejar de meterte con las enfermeras.

—Por lo menos en casa podré trabajar aunque no pueda volver aún a la oficina —dijo sonriendo.

— ¿Te vuelves a Boston? —preguntó ella con voz temblorosa.

—En cuanto pueda —Pedro asintió y sonrió cuando vio que ella se mordía los labios— ¿Cuánto tiempo tardarás en hacer las maletas?

El corazón de Pau  parecía estar en una montaña rusa, un minuto arriba, abajo el minuto siguiente.

— ¿Hacer las maletas? ¿Voy a ir contigo?

—Bueno, no pensarías que iba a dejarte aquí, ¿no? Tú vas donde yo vaya. Nos vamos la próxima semana.

Su cabeza estaba dando vueltas. ¿Esperaba él que ella lo dejara todo en una semana?

—Pero, ¿mi trabajo, mis cosas?

—Tengo que admitir que no había pensado en eso. ¿Crees que tendrás algún problema para dejar el bufete?

Pau se estaba frotando inconscientemente la frente.

—Sí, pero creo que podría arreglarlo en una semana —pensó en voz alta.

—Estupendo. Para tus cosas podemos enviar un camión de mudanzas.

Pau se sintió un poco sobrepasada.

—Has pensado en todo.

La expresión de Pedro cambió cuando notó el tono frío de su voz.

—Excepto que quizá no quieras venir. No pareces muy feliz.

—Claro que quiero ir —Pau contestó incómoda.

Lo amaba y por lo tanto quería estar con él, pero no había imaginado que tendría que tomar una decisión tan rápida. Lo cual había sido una estupidez porque era lógico que Pedro quisiera irse a casa lo más pronto posible. Era sólo que ahora tenía que enfrentarse con lo que no le había contado.

Sin darse cuenta de los pensamientos de Pau, Pedro siguió hablando.

—Estupendo, porque hay otra cosa.

— ¿Otra cosa? —a Pau no se le ocurría nada más.

—Sí, querida —dijo Ana—. Horacio y yo tuvimos que retrasar nuestro viaje a Hawai, donde vamos cada aniversario, cuando nos enteramos del accidente. Como ya es tarde, hemos decidido que no pasa nada si lo dejamos para la semana que viene.

—Y eso nos permite casarnos antes de que se vayan —aclaró Pedro dejándola sin aliento.

¿Casarse? ¿Pedro quería casarse con ella? Claro que quería, pero en su mente aquel asunto estaba muy lejos. Se había imaginado que antes de casarse vivirían juntos durante algún tiempo. Vagamente también había tenido la idea de que, cuando estuviera segura de que la quería a ella y sólo a ella, le contaría finalmente lo de Micaela. Pero había pensado que pasarían meses, no días. Ahora no le quedaba más que una semana. Su mirada iba de sus padres a Pedro y estaba perdida.

—Pues entonces tendré que comprarme un vestido a toda prisa, ¿no? —dijo con una risa entrecortada.

Por dentro sin embargo, no estaba riéndose. Se había acabado el tiempo. Que Dios la ayudara, tendría que contarle la verdad y esperaba que lo que sentía por ella fuera suficientemente fuerte como para amortiguar el golpe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario