lunes, 15 de mayo de 2017

Has Vuelto A Mí: Capítulo 8

—¡No! —se defendió—. Claro que no. Pero... ¡Candela Berrenger!

—¿Por qué no? —alzó las cejas—. Yo no iba a cometer otro error.

— ¿Aqué te refieres?

—Me refiero a que Candela jamás habría hecho lo que tú —fue frío—. Ella entiende lo que significan el honor... y la integridad.

—Y yo no, ¿Verdad? —protestó—. No me digas. Se trata del viejo sistema de cartas, ¿No? Mi padre es sólo uno de los arrendatarios de tu padre, así que por supuesto que yo no tengo los méritos necesarios...

—No te atrevas a decir eso —interrumpió, irritado—. Y no pienses que puedes purgar tu sentimiento de culpa al hacer que yo me sienta culpable. Sabes muy bien que nunca se habló de que no fueras lo bastante adecuada para mi familia. Sabes que les gustabas a mis padres. Siempre te trataron con amabilidad en Rycroft. Y se quedaron tan pasmados como yo cuando huiste.

 —De todos modos...

—De todos modos, nada. Si ahora sienten desprecio por tí, es justificado. Mi padre quiso que fuera a buscarte. Me ofreció pagarme el billete de avión para que tratara de convencerte de que volvieras.

—Y no lo hiciste —Paula tragó saliva.

—No, no lo hice —hizo una mueca—. Todavía me quedaba algo de orgullo. Y además, tu abuela me dijo que tu partida no fue nada impulsiva. Al parecer, hacía tiempo que pensabas marcharte.

—Eso no es... —Paula se llevó una mano a la boca. ¿Se preguntó de qué serviría que le diera una explicación y cómo podría hacerlo sin traicionar a las mismas personas a quienes había protegido con su huida a Estados Unidos? Le parecía irónico que hubiera sido el padre de Pedro quien quiso que fuera a buscarla. Claro que él ignoraba sus responsabilidades, al igual que el mismo Pedro.

—¿Eso no es qué? —le prestó más atención—. ¿Así no fueron las cosas? ¿Cómo, entonces? Dímelo. Dime cómo conseguiste ese empleo con los Kramersi es que no contestaste a un anuncio. Un anuncio del que yo nunca me enteré —hizo una mueca.

Paula suspiró. Habría podido explicarle que su hermano Gonzalo conoció a Esteban Kramer cuando estudiaron juntos, aunque luego se separaron, pues la familia de Esteban fue a vivir a Londres. Gonzalo siguió escribiéndole, pero Paula no. Pensó que tal vez era mejor que Pedro creyera lo que la abuela había dicho. Aunque  se sentiría mejor si él dejara de odiarla.

—Está bien —miró por la ventana—. Me porté mal. Lo confieso, pero... como tú y Candela se unieron con tanta rapidez, tal vez te hice un favor, ¿No?

Vió que la sien de Pedro palpitaba. No contestó nada, sólo la miró con desprecio. Paula se conformó con saber que nunca podrían reconciliarse. Salieron de la M3 en Winchester y, después de rodear la antigua ciudad romana, tomaron la carretera a Abbot's Norton. No se volvieron a detener y a las once y media vieron a lo lejos Lower Mychett. Todo le resultaba tan familiar, que apretó las manos nerviosa. Era la hora de la comida, así que no había muchas personas en las calles. Sólo unos niños jugaban junto al edificio de correos. Algunos ancianos reconocieron el coche de Pedro y lo saludaron. Todos conocían y respetaban a los Alfonso. Y no sólo porque controlaban el medio de vida del pueblo.

—¿No es ésa Jesica Masón? —exclamó paula, al ver a una chica con quien había ido a la escuela. Empujaba un cochecito con gemelos por la calle. Un niño de más de cuatro años, la seguía. La miró fijamente, apenas pudo reconocer a su amiga.

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