miércoles, 3 de mayo de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 41

Como si escuchar su nombre fuera la señal para que se moviera, la niña comenzó a retorcerse para bajar.

—La tregua ha terminado —dijo Paula observando cómo Oli  agarraba una de las cajas—. No se preocupen, estaré alerta para que no convierta su preciosa casa en un páramo.

Marcos sonrió.

—¿Estás diciendo que deberíamos disfrutar de esta etapa antes de que Lautaro empiece a tener movilidad?

—Eso es exactamente lo que estoy diciendo —reconoció ella.

—¿Aunque se despierte cada dos o tres horas para comer y estemos deseando que crezca?—preguntó Sabrina.

—Supongo que ésa es la definición de conflicto —dijo Paula con melancolía—. Quieres que sean normales, crezcan y aprendan. Y sin embargo este momento en el que tienes la oportunidad de protegerlos pasa muy deprisa.

Paula  miró a Pedro, que tenía la vista clavada en el bebé, y se preguntó qué se le estaría pasando por la cabeza. ¿Estaría pensando que echaba de menos haber visto a Oli a la misma edad? Él no era el único que lo echaba de menos. Veía cada vez más cómo él entregaba a ser padre. Imaginaba cómo habrían sido las cosas si ella le hubiera dado una oportunidad antes de decidir que no estaba dispuesto a adquirir esa responsabilidad.

—Lo único que hace falta es tener la oportunidad —Marcos observó a Oli mientras la niña levantaba la tapa de una caja. Luego se giró a mirar a su hijo—. A veces la vida no nos concede ni siquiera eso.

Sabrina adquirió una expresión tierna.

—Éste es un momento para mirar hacia delante, no hacia atrás.

—¿De qué están hablando? —preguntó Pedro.

—Mi primera mujer decidió interrumpir el control del embarazo sin hablarlo conmigo cuando estábamos teniendo problemas. Se quedó embarazada, pero el problema no desapareció, así que ella decidió librarse del bebé, también sin consultármelo. Odio que mi hijo no pudiera tener una oportunidad.

—Oh, Marcos, lo siento mucho —estaba claro que Paula no iba a ganar el premio a la comunicadora del año, pero al menos había intentado decírselo a Pedro. Y por muy triste que fuera para ella no saber cómo le estaba yendo a su hijo en la vida, al menos estaba en el mundo y tenía una oportunidad.

—¿Cómo es posible que yo no supiera nada de esto? —preguntó Pedro frunciendo el ceño.

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