viernes, 19 de mayo de 2017

Has Vuelto A Mí: Capítulo 19

—Sí, me parece una buena idea. Podríamos vernos en el estacionamiento a las doce y media, ¿De acuerdo? ¿Será suficiente tiempo para tus cosas?

—Mucho —concedió, reacio.

—¡Pepe! —exclamó una morena atractiva que empujaba un cochecito de niño—. Pensé que eras tú. Hace años que no te vemos. ¿Dónde te has escondido? ¿Por qué no aceptas nunca mis invitaciones?

—Ah, hola, Victoria —Pedro no estaba nada entusiasmado por haberla encontrado—. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Daniel?

—Bien, gracias —sonrió alegre y miró a Paula con interés—. Te conozco. Eres una de las Chaves, ¿No es así? —añadió con cierta condescendencia—. Supongo que eres la que se fue a Estados Unidos.

—No... —Paula ha venido al pueblo para el funeral de su abuela —interrumpió Pedro y se pasó una mano por la nuca—. Pau, conoces a Victoria Redding — estaba tenso y preocupado—. Solía ir a Rycroft a jugar al tenis. Su madre y la mía fueron juntas a la escuela.

—Ahora soy Victoria Morton —declaró la morena y estudió a Paula con curiosidad—. Ah, sí. Ustedes eran... muy buenos amigos, ¿No?

 La insinuación era evidente y molestó mucho a Paula, aunque sabía que no debía ser así. Sugería que Pedro sólo había estado haciendo tiempo con ella hasta que pudo casarse con Candela. Según Victoria, parecía que nunca se había planteado una relación seria entre él y Paula.

—Pedro y yo somos viejos amigos —declaró Paula y su tono de voz indicó que aquello era todo. Le sonrió con amabilidad fingida—. Por desgracia, me tuve que ir a Estados Unidos a trabajar, pero espero volver a reanudar nuestra amistad—. ignoró el asombro de Pedro; ignoró el hecho de que se adentraba en terreno peligroso.

 Lo más importante era borrar la sonrisa altanera del rostro de Victoria Morton. Y, a juzgar por la expresión de esta última, parecía estarlo logrando.

—Vaya, qué interesante —comentó Victoria, tensa—. Los funerales reúnen a las personas más dispares.

—¿Verdad? —Paula no había dicho nada realmente escandaloso, pero Victoria adivinó que podía hacerlo, así que decidió batirse en retirada.

—Bueno, Pedro —se dirigió sólo a él—, me alegro mucho de haberte visto. Le diré a Daniel que te he visto. Que he visto que no estás solo pues de lo contrario habríamos ido a comer algo para hablar de los viejos tiempos — miró al bebé que dormía en el cochecito—. Benchu no necesita comer hasta dentro de unas horas y...

—Bueno... —dijo Pedro, pero Paula lo interrumpió.

—Sí es una pena —deslizó su brazo bajo el de Pedro. Sintió que el músculo de él se tensaba, pero ella lo miró sonriente y lo desarmó—. Nosotros vamos a ir al Crown, ¿Verdad, Pedro? Por los buenos tiempos, ¿Mmm? Y en realidad, no es un restaurante al que puedas llevar... a Benchu — pronunció el nombre con burla, aunque no tenía nada contra el niño.

Al instante pensó que no era culpa suya que su madre hubiera decidido ponerle un diminutivo tan absurdo. Pero estaba tan enfadada, que habría dicho cualquier cosa para que Victoria desapareciera cuanto antes. Sin embargo, cuando la mujer se despidió y se fue, se dió cuenta de lo que había hecho. Había avergonzado a Pedro frente a una de las amigas de Candela e insinuado una relación entre ambos que ella hacía loimposible por olvidar.

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