lunes, 22 de mayo de 2017

Has Vuelto A Mí: Capítulo 31

Sin embargo, la vuelta era más difícil. Lo más tarde que podía irse de Londres era a las diez menos cuarto, si es que quería coger el autobús que la llevaría a Lower Mychett. Una vez perdió el autobús y tuvo que tomar un taxi. Y fue una experiencia que la angustió mucho. Cuando Pedro se enteró de lo sucedido, estuvo furioso durante varios días. Dijo que le hubiera podido pasar cualquier cosa. Una chica joven, viajando en un coche con un desconocido a esas horas de la noche. Una semana después, aunque se despidió de Paula en la estación de Waterloo como de costumbre, cuando ella llegó a Winchester, Pedro la estaba esperando en la terminal.

—A partir de ahora vendré a Winchester —dijo mientras conducía el Mini a la granja—. Puedo pasar la noche en Rycroft y volver a la ciudad a la mañana siguiente. Nunca me perdonaría que algo te sucediera. Significas demasiado para mí.

Paula  alegó que no era sensato que tuviera que viajar ida y vuelta de Londres todos los días. Dijo que ella había conseguido el empleo para verlo y no al revés. Además, dijo que Pedro necesitaba descansar, o de lo contrario, nunca podría licenciarse. Discutieron hasta que llegaron a la granja y no encontraron solución. Sólo cuando  lo amenazó diciendo que no iría a verlo durante la semana, Pedro cedió. Pero hizo prometer a la chica que llamaría a su padre si volvía a perder el autobús.

Paula estuvo de acuerdo, aunque sabía que su padre no iría a buscarla más de una vez. Miguel Chaves no sabía nada del incidente del taxi, pero si se enteraba le haría la vida imposible. No estaba de acuerdo en que su hija viera a Pedro. Todos desaprobaban su relación con él. Todos menos su madre. Incluso las chicas del pueblo le decían que estaba loca por tomarlo en serio. Todos esperaban que ella hiciera el ridículo, que tal vez él la dejara. Sin embargo, se había negado a que nada se interpusiera entre ellos.

Dos semanas después, tomó el tren de costumbre a Londres. Pero al llegar a Waterloo, Pedro no estaba allí. Era la primera vez que no la esperaba en la plataforma y ella se deprimió al preguntarse si ya se habría hartado de ella. Pero pensaba que si él ya no quería verla, se lo hubiera dicho y no habría permitido que hiciera el viaje. No obstante, quedarse en la estación de Waterloo no le pareció sensato. Varios hombres desocupados la miraban con cierto interés. Cuando Pedro iba a buscarla, solían ir a tomar algo o a cenar, aunque la comida era la última de sus preocupaciones. Sólo te tomaban de la mano y se besaban mucho, sin tener las presiones de estar a solas. Pensó que tal vez él estaba harto de no llegar a nada con las caricias tímidas y exploratorias. Tal vez había decidido encontrar a otra chica con quien pudiera satisfacerse. Sintió que alguien le tocaba el hombro. Se volvió y se topó con un chico de la edad de Pedro.

—Perdón... —sonrió—. Pepe me ha mandado. Pepe Alfonso. Tú eres Paula, ¿Pau, verdad? Dijo que buscara a la chica más bonita de todo el lugar.

—¿Conoces... a Pedro? —tragó saliva y su temor disminuyó un poco.

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