viernes, 5 de mayo de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 48

—Cuando estaba trabajando en su turno, la oí hablar por teléfono. Dijo el nombre de Julián con tono tenso —Rocío frunció el ceño—. Y no sólo eso. Últimamente está distraída e irritable.

—¿Influye eso en su trabajo?

—No. Es estupenda con los niños —Rocío le dió un sorbo a su vino—. Pero estoy preocupada por ella. Te pido que le eches un vistazo.

—Lo haré —prometió Paula.

La camarera les llevó las ensaladas. Paula agarró el tenedor y revolvió los trozos de beicon, huevo, aguacate y lechuga sin llevarse nada a la boca. Antes de que Pedro llegara, tenía bastante hambre. Pero una mirada a sus vaqueros y a su camiseta acabó con su apetito. Era la primera vez que lo veía desde la noche que la había llevado a la cama y le había hecho el amor hasta que ella creyó morir de placer. La primera vez después de haber tirado de la alfombra que tenía bajo los pies con las revelaciones de su pasado. Se había mostrado dispuesto a quedarse con Oli mientras ella salía por la noche para relajarse.

—Me siento rara sin Oli.

—Sí, ¿Qué ha sido de mi ahijada? —Rocío la miró desde el otro lado de la mesa—. Escogimos este sitio porque es muy agradable pero al mismo tiempo familiar por Oli.  ¿Por qué no ha venido?

—Pedro quería pasar tiempo con ella, y me pareció una buena idea.

—¿Porque te sientes culpable? —preguntó Rocío.

—Porque es un padre fantástico.

—¿Y cómo van las cosas entre tú y el doctor?

 —Oh, ya sabes…

Rocío le dirigió una mirada desconfiada antes de que sus ojos brillaran al darse cuenta.

—Eso se parece mucho a lo que dijiste la última vez que no querías contarme lo que estaba ocurriendo entre Pedro y tú.

Paula  recordó aquella tarde en el despacho de Rocío, cuando no quiso contarle a su amiga que se había acostado con él.

—Pedro y yo somos los padres de Oli. Punto.

 —Te has vuelto a acostar con él, ¿Verdad? —Rocío entornó sus ojos grises.

 —Sí, pero no es lo que tú piensas.

—Dejando a un lado por el momento lo que yo pienso, deja que te pregunte una cosa: ¿Se te ha ocurrido que también puedes decirle que no?

—No es tan sencillo. Tal vez para tí lo sea, pero Pedro Alfonso no ha sido nunca fácil para mí.

—¿Qué ha pasado? —Rocío mordisqueó un trozo de ensalada.

—Pasó por mi casa sin avisar, algo raro en él. Dijo que quería ver a Oli, pero que no quería despertarla. Se limitó a ponerle la mano en la espalda para asegurarse de que estaba bien —Paula le dió un sorbo a su lima—. Estaba muy triste porque había perdido a un niño en urgencias. Le afectó mucho.

—Lo entiendo —la expresión de Rocío se volvió sombría.

—Tuve que hacer algo por él —continuó Paula.

—¿Por eso te acostaste con él?

—Haces que parezca algo calculado. Yo sólo le abracé. Era lo único que podía hacer para consolarlo —Paula se encogió de hombros—. Después de eso no sé cómo terminamos en la cama. Simplemente, ocurrió. Por favor, no me regañes. Ya sé que no fue muy inteligente  por mi parte, pero no lo pude evitar.

—Sí, entiendo esa sensación —su amiga empujó la lechuga por el plato—. Es muy divertido hasta que alguien sale herido.

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