lunes, 8 de mayo de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 61

—Nada me gustaría más que casarme contigo —Laura le sonrió con amor—. Sé que eso significa que tendré que dejar el programa, pero creo que ya es el momento. Si me marcho, le dejaré sitio a otra persona que esté sola y no tenga dónde ir.

Paula asintió mientras se sentía atravesada por unos sentimientos para los que no tenía reservas emocionales en aquel momento. Les dijo a los adolescentes que hablarían largo y tendido cuando todos hubieran descansado, y entonces Pedro la llevó a su casa. Le quitó la llave y la metió en la cerradura para abrir la puerta.

—Menuda noche.

—Eso como poco.

—Supongo que habrá boda —dijo Pedro.

—Supongo —Paula le quitó las llaves y vió una muñeca de su hija tirada en el suelo. Se sintió vacía.

—¿Quieres ir a buscar a Annie por la mañana a casa de tus padres?

 —Sí. Tal vez podríamos…

Ella lo cortó antes de que le preguntara si podía entrar.

—Gracias por todo lo que has hecho esta noche. Te lo agradezco. No podía permitir que se quedara porque eso era lo que ella deseaba con todas sus fuerzas.

—Buenas noches, Pedro.

Él asintió sin decir nada y se dió la vuelta, permitiendo que Paula cerrara. Ella se apoyó contra la puerta y escuchó el silencio. Imaginó que le estarían haciendo un hueco en el infierno, porque sentía celos de los dos adolescentes que se tenían el uno al otro. Tenían suerte. Y se alegraba por ellos, pero también se entristecía por sí misma. Ni siquiera vagar por las calles siendo una adolescente embarazada la había preparado para estar sin Pedro. Nunca se había sentido tan sola como en aquel momento.


Paula observó como Rocío agarraba un trozo de pizza y luego suspiraba contenta. La mujer comía a dos carrillos.

—Hay pocas cosas en el mundo que no puedan arreglar una pizza y una copa de vino —dijo limpiándose la boca con la servilleta—. Laura me contó lo de su embarazo, lo que explica sus cambios de humor.

—Julián y ella han arreglado las cosas.

—Legalmente también —dijo Rocío—. Me ha invitado a la boda.

—Yo seré la madrina, Camila la dama de honor y Oli llevará las flores —le contó Paula mirando el generoso trozo de pizza que tenía en el plato.

Apenas la había probado y no se veía con fueras para terminarla. Su amiga la había llamado para sugerirle una noche de chicas con vino blanco y mucha comida. Oli iba a pasar la noche con Pedro y no quería estar sola, así que estuvo de acuerdo. Ahora no estaba tan segura de que hubiera sido una buena idea. Tras dejar su plato en la mesita auxiliar,  dijo:

—Siento ser una compañía tan patética esta noche.

—Gracias a Dios que por fin dices algo —Rocío apartó su plato a un lado—. Me duele la mandíbula de hablar. ¿Por qué no pruebas a hacerlo tú un rato?

Paula no tenía pensado hablar, imaginó que sería mejor guardarse las cosas para sí, pero lo cierto era que sentía el alma a punto de estallar y no sabía cómo evitarlo.

2 comentarios:

  1. Hermosos capítulos! menos mal que Laura y Julián se arreglaron, ojalá para Paula y pedro sea lo mismo.

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