miércoles, 10 de mayo de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 63

Estaban a comienzos de septiembre y el termómetro todavía registraba temperaturas muy altas, pero Paula estaba deseando que llegara el otoño para vestir a Oli con un disfraz de Halloween y tomarse el pavo el día de Acción de Gracias. También quería ver cómo abría los regalos de Navidad. Tendría que ponerse de acuerdo con Pedro para ver con quién pasaba la niña las vacaciones, igual que si fueran una pareja divorciada, aunque ellos nunca habían estado casados. Acababa de meter a su niña en la cama y estaba pensando si pasar la fregona por la cocina o limpiar la nevera cuando llamaron a la puerta. El corazón le dio un vuelco porque era muy tarde. Pero la idea de que pudiera tratarse de Pedro fue lo que le aceleró el pulso. Puso el ojo en la mirilla y trató de no sentirse decepcionada porque la que estaba allí era Laura.

—Hola —dijo abriendo la puerta. Jonas estaba justo detrás de su prometida.

—Sentimos molestarte. Sabemos que es tarde, pero no podíamos esperar a contártelo.

—De acuerdo —dijo Paula echándose a un lado para que pasaran.

Laura prácticamente vibraba de emoción.

—Vamos a mudarnos.

Emily echó el cerrojo.

—¿De verdad? ¿Están seguros de que es una buena idea? Podrían esperar un poco más para ahorrar algo de dinero y…

—El lugar al que vamos no nos costará mucho —dijo Julián—. Y es una casa.

—No lo entiendo —Paula se cruzó de brazos—. ¿Hay algún programa de ayuda en marcha del que yo no esté al tanto?

Laura miró a su novio.

—Se llama Plan Pedro Alfonso para adolescentes con iniciativa.

—No entiendo.

—El doctor Alfonso ha comprado una casa y nos va a dejar vivir en ella por veinticinco dólares al mes hasta que Juli termine el instituto y consiga un buen trabajo.

Paula sintió cómo se le caía la mandíbula mientras los miraba.

—No sé qué decir.

—Nosotros creímos que estaba de broma —aseguró Laura—. Pero no, y dijo que podíamos considerarlo como parte del regalo de boda de los Alfonso.

—Así que dentro de una semana nos casaremos y tendremos una casa con jardín para los niños —intervino Julián.

—Eso es maravilloso —Paula  sonrió—. Espero estar invitada a la inauguración de la casa.

—Serás la segunda persona de la lista —le dijo Laura—. El doctor Alfonso  es el primero. Tenemos que irnos porque Cami está cuidando de Franco, pero queríamos compartir contigo la noticia.

Paula los acompañó a la puerta.

—Es maravilloso, estoy felíz por ustedes, chicos. De veras.

—Yo también —Laura la abrazó—. Tú tenías razón, Pau. Las cosas al final se arreglan.

«Para algunos», pensó Paula tras cerrar la puerta. Otros estaban destinados a cometer errores y vivir con el resultado de ellos. Cuando se disponía a pensar en qué hacer, volvieron a llamar a la puerta. Seguramente Laura y Julián se habrían olvidado de decirle algo. Abrió la puerta y allí estaba Pedro. El corazón le dió un vuelco.

—Hola. —Hola —dijo él—. ¿Puedo pasar?

Paula no recordaba que le hubiera dicho que iba a pasar por ahí, y eso no era algo que se le hubiera olvidado fácilmente.

—¿Va todo bien?

—Sí. Sólo necesitaba verte.

—A Oli, quieres decir —aclaró ella—. Querías asegurarte de que tu hija está bien.

Pedro negó con la cabeza.

—Me refiero a tí.

—Estoy bien, y Oli  también. Está dormida, pero si quieres, puedes pasar a verla —se echó a un lado para que pudiera pasar.

—Gracias, Paula—Pedro pasó por delante de ella y entró en el dormitorio de Oli. Le subió la sábana para taparle las piernas. Luego le dió un beso en la frente y entró al salón con Paula.

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