viernes, 5 de mayo de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 49

—Me he enterado de lo de su pasado.

—¿Cómo?

 Paula le contó lo del falso embarazo, el matrimonio y los intentos de suicido de su mujer hasta que por fin decidió abandonarlo.

—Parece una pesadilla —dijo Rocío.

 —Sí. Me ayuda a entender por qué dijo lo que dijo cuando traté de decirle que estaba embarazada.

—¿Su pasado le permite ser un imbécil? —Rocío volvió a agarrar el tenedor y separó un trozo de queso.

—Estás siendo muy cruel —le acusó Paula.

—Soy realista. Puedo serlo porque no estoy emocionalmente implicada con un hombre sin valor emocional.

—¿De qué estás hablando?

—¿Recuerdas que te dije que, si quería que supieras de su pasado, te lo contaría él mismo?

—Yo le pregunté —dijo Paula. No creía que fuera posible que el estómago se le retorciera todavía más, pero así ocurrió cuando vio la expresión del rostro de su amiga—. ¿Qué pasa?

—Piénsalo, Pau. ¿Por qué ahora? Saliste con él durante seis meses antes de quedarte embarazada. ¿Durante algún momento de esa etapa compartió contigo información personal?

—No. Tras dejar claro que los dos éramos solteros, evitaba las preguntas sobre su pasado o cambiaba de tema.

—¿Por qué no ha evitado las preguntas ni ha cambiado de tema esta vez? Después del sexo, añadiría yo.

Después del sexo la segunda vez, para ser más precisos, pensó Paula. El impacto de las palabras de su amiga le caló hondo.

—Me está apartando de sí deliberadamente —susurró Paula.

—Eso pienso yo —reconoció Rocío.

Paula apenas podía respirar al darse cuenta de aquello. Desde que le confesó a Pedro que tenía una hija suya, se había culpado a sí misma por el hecho de que él no pudiera confiar en ella y amarla, y entonces descubría que otra mujer había destruido su confianza. Eso fue antes de que siquiera lo conociera. Lo cierto era que nunca había tenido ni la más mínima oportunidad de ganarse su corazón.

Rocío la observó con intensidad.

 —Por favor, no me digas que te has enamorado de él.

—No.

—Bien.

Emily se reclinó en la silla y dejó caer las manos sobre el regazo.

—Técnicamente, nunca dejé de estar enamorada de él.

—Oh, Pau…

 —Y ahora tenemos una hija en común. Esta vez no va a ser fácil sacármelo de la cabeza. Tengo que verlo constantemente. Tendré que asistir al desfile de mujeres que pasarán por su vida, y Oli también. Quería para ella algo mejor de lo que yo tuve.

—Al menos ella conocerá a su padre y no tendrá que preguntarse por él —dijo  Rocío.

—Tal vez —Paula sonrió sin ganas—. Nadie sabe mejor que yo que la vida no es perfecta. Pero yo juré que mis hijos tendrían unos padres que estarían juntos. Una pareja. ¿Qué fue de mi sueño?

—Te enamoraste —dijo Rocío.

En lugar del esperado final felíz, se había topado con el dolor. Tal vez la ignorancia fuera una bendición. Tal vez hubiera sido mejor para ella no conocer su pasado, porque la verdad significaba que Pedro no volvería a permitirse querer a nadie. En este caso, la sinceridad no era la mejor política.

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