domingo, 21 de mayo de 2017

Has Vuelto A Mí: Capítulo 27

—Ah —la larga trenza le cayó sobre un hombro—. Bueno, es muy amable de tu parte invitarme, pero...

—No vas a decirme que no, ¿Verdad? —la miró con una sonrisa en los ojos—. Oye, sólo he organizado esta fiesta para tener un pretexto y poder volver a verte.

—No es cierto —se puso roja como la grana.

—Claro que sí. Quiero volver a verte —le quitó un mechón de pelo rubio de la frente—. ¿Tú no quieres volver a verme?

—Yo... pues sí —tragó saliva. Su experiencia con chicos de su propia edad no la había preparado para la actitud tan directa de Pedro—. Pero, mi padre... es muy estricto.

—Es decir, no confía en mí.

—No... no precisamente —Paula no sabía qué hacer. Intuía que a su padre no le gustaría que ella insinuara que a él no le agradaba el hijo del terrateniente. Pero al mismo tiempo, sabía que Miguel Chaves no dejaría que ella fuera a una fiesta en Rycroft. Y menos si los padres de Pedro no estaban presentes.

—Está bien —le acarició la mejilla—. Bueno, cancelaré la fiesta. ¿Crees que tu padre me dejará llevarte al cine en Abbot's Norton?

—¿Por qué? — lo miró fijamente.

No podía creer que la estuviera invitando a salir. Él hizo una mueca.

—No se supone que debes hacer preguntas como ésa —observó y se apoyó en el fregadero, a su lado—. ¿Por qué crees? Porque me gustas y quiero pasar tiempo contigo.

—Pero... conoces a muchas otras chicas —exclamó, incrédula.

—¿Y eso qué? —se encogió de hombros.

 —Son... chicas... que te convienen más —explicó Paula y se concentró en la sartén que estaba lavando, algo que no era fácil, porque Pedro rozaba su muslo con el suyo—. Como... Candela Berrenger, por ejemplo.

—Si no quieres que nos volvamos a ver, dímelo —le indicó tajantemente—. No es necesaria esta farsa. No la soporto.

Paula se volvió y sus miradas se encontraron durante largo rato. Con mucha suavidad, Pedro la tomó de la muñeca, la llevó hacia su boca y rozó la suya una, dos veces, antes de que ella entreabriera los labios y él la besara con más pasión. Como primer beso, fue muy intenso y él estaba jadeando cuando se separaron.

—¿Significa eso que vendrás? —preguntó con voz ronca y le acarició los labios con el pulgar.

Paula se dijo en aquel momento que ni una estampida de caballos salvajes se lo impediría. No fue tan fácil. Aunque Pedro obtuvo el permiso del padre de ella para llevarla al cine, fue mucho más complicado concertar posteriores citas. Miguel no pudo negarse cuando Pedro le pidió permiso en persona, pero fue más fácil que inventara motivos por los cuales Paula ya no podía verlo más adelante. Y en toda aquella situación, Alejandra había ayudado mucho a su hija y a Pedro. Sin embargo, Gloria desaprovechó la relación desde el principio y Miguel se aprovechó de ello para insistir en que la relación no podía continuar.

—No sé qué diría lady Ana si se enterara —declaró el padre, cuando Paula le preguntó si podía ir a un rally con Pedro el siguiente fin de semana—. Pau, la gente como nosotros no se mezcla con personas como los Alfonso. Pedro sólo está interesado en tí porque eres una jovencita muy bonita. Eso es todo. Y no voy a permitir que la gente del pueblo hable de tí y te meta en ese tipo de problemas.

—¿De qué tipo? —se indignó Paula y el padre se ruborizó, avergonzado.

—Ya sabes de qué tipo, Pau—había replicado en aquel momento la abuela con impaciencia—. No eres una niña, aunque a veces lo pareces. Pedro Alfonso no es para tí.  Lo sabes y él también lo sabe. Escucha bien mis palabras: él sólo te está invitando a salir, porque piensa que eres una presa fácil.

Paula no había creído a ninguno de los dos. Ya mayor consideraba que entonces había sido ingenua, pero los acontecimientos probaron que tuvo razón al confiar en Pedro. Lejos de que él mantuviera su relación en secreto, pronto se convirtió en una asidua visitante en Rycrofy. Aunque la chica nunca se sintió muy cómoda con la madre de Pedro, aprendió a hacerse respetar entre los jóvenes amigos de la familia de Alfonso.

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