lunes, 8 de mayo de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 58

—De acuerdo. Bien —su tono indicaba que en aquel momento se estaba pasando los dedos entre el pelo. Y seguramente estaría andando.

—Julián y ella tuvieron una gran discusión cuando Lau le contó lo del bebé. Él está muy disgustado.

—Es comprensible.

—Estoy de acuerdo. Pero ahora que Franco y ella se han ido está histérico. Iba a salir del trabajo para ir a buscarlos, pero no puede permitirse perder el empleo. Le dije que yo iría en su busca y que le mantendría informado. Así que te llevaré a Oli con la cuna portátil, porque no estoy segura de cuánto tardaré. Sería más fácil para ella que pasara la noche contigo, y así…

—Te ayudaré. Buscaremos juntos.

—No tienes por qué hacerlo. Si puedes ocuparte de Oli, es suficiente. Los sitios donde voy a ir a buscarlos no son lugares adecuados para llevarla.

—Entonces tú tampoco deberías ir.

—Tengo que hacerlo.

—Pero no sola. Prepara las cosas de Oli. Las recogeré a las dos y dejaremos a la niña en casa de mis padres.

Antes de que Paula  pudiera protestar o preguntar si sus padres estarían disponibles para cuidar a Oli, Pedro colgó.

Tras dejar a su hija con sus encantados abuelos, Paula iba sentada en el asiento delantero del coche mientras cruzaban el valle en dirección al casco viejo de Las Vegas.

—No hacía falta que vinieras conmigo —protestó  aunque deseara besarlo por estar allí.

Deseaba besarlo también por otros motivos, pero sobre todo por no dejarle hacer aquello sola. Paula sabía muy bien lo que era sentirse sola, y era mucho mejor estar con Pedro. También era algo a lo que no debía acostumbrarse, porque él había dejado sus sentimientos, o más bien la ausencia de ellos, perfectamente claros.

—Como te dije antes de colgarte el teléfono, no voy a dejar que hagas esto sola. Dos pares de ojos ven mejor que uno —miró hacia delante, y los faros de los coches que los rebasaban revelaron la preocupación de sus ojos—. Ya casi hemos llegado al refugio, pero si no está aquí, ¿tienes alguna otra idea de dónde puede haber ido Laura? ¿Tal vez con su familia?

—Ya les he llamado —Paula creyó que no sería posible, pero el estómago se le retorció todavía más—. Su madre me dijo que no sabía nada de Lau, y en caso contrario le habría dicho que tener un bebé ya estaba mal, pero que dos era ridículo. No quiere tener nada que ver con ella ni con Franco.

—Desde luego no es la madre del año —Pedro estaba muy serio—. Mis padres pueden llegar a volverme loco con sus atenciones, pero al menos les importo. No puedo ni imaginarme cómo debe sentirse Laura.

—Yo sí —Paula apretó las manos en el regazo para evitar estirarse los dedos, un hábito nervioso que por fin había conseguido controlar—. Hablar con esa madre, por llamarla de alguna manera, me ha traído muchos malos recuerdos.

—No sé qué decir.

—No tienes que decir nada —Paula lo miró a los ojos un instante y sonrió—. Estás aquí. Tú actúas, no hablas. Y te agradezco que seas mi amigo.

—Es un placer —Pedro miró por el espejo retrovisor y luego dijo—. Entonces vamos a un refugio de gente sin hogar, ¿No?

—Ahí fue donde la encontré la primera vez antes de traerla conmigo para el programa.

Pedro se salió de la autopista y entonces se dirigieron a una de las zonas de la ciudad que no salía en las guías de turismo. Paula vió gente sentada en los portales o en las aceras con todas sus pertenencias metidas en bolsas o en carritos de la compra. El refugio estaba en Bridger Avenue, no demasiado lejos de los juzgados. Resultaba irónico, porque ahí parecía que no había justicia en el mundo. Era un lugar oscuro, sucio y aterrador. Al menos cuando Emily estuvo en la calle era capaz de proteger a su bebé porque estaba dentro de ella. Laura tenía dos vidas que dependían de ella, y Paula sabía por propia experiencia lo aterrador y difícil que era aquello. Rezó para que su amiga estuviera a salvo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario