domingo, 7 de mayo de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 56

—¿De veras? —la intensidad del tono de Pedro sobresaltó a Oli,  que acaba de dormirse, y su padre la acunó hasta que volvió a cerrar los ojos—. Me sorprende que te haya contado eso.

—Lo dices como si tuviera que avergonzarse. En mi opinión demostró mucho valor y dignidad en una situación imposible. Con quince años y sin familia que la apoyara, no había forma de hacerse cargo de aquel hijo. Un hijo al que quería lo bastante como para renunciar a él. Un hijo al que echará de menos y en el que pensará todos los días de su vida. Creo que pagó un precio muy alto por ese error.

—¿Y qué me dices del error que cometió conmigo al no decirme que estaba embarazada de mi hija? —añadió Pedro.

—Tal y como yo lo entiendo, tú dejaste muy claro que no querías ninguna atadura. Mirándolo desde su perspectiva, creo que estaba tratando de hacer lo correcto.

Aquello no era lo que Pedro quería oír.

—¿Estás diciendo que es culpa mía que no me dijera claramente lo del embarazo?

—Creo que tu pasado te ha influido hasta el punto de pintar a todas las mujeres con la brocha negra.

—¿Qué se supone que quiere decir eso? —cuando Oli volvió a revolverse en sueños, Pedro la colocó sobre la manta que había puesto en el suelo y se dijo que tenía que comprar una cuna.

Tras dejarla ahí y tranquilizarla hasta que se quedó quieta, se puso de pie y le hizo un gesto a su padre para que entrara en la cocina.

—¿Estás diciendo que saboteo cualquier interacción social con las mujeres por lo que me ocurrió en mi matrimonio?

Horacio se inclinó sobre la encimera al lado de la nevera y se cruzó de brazos.

—Mira, hijo, lo único que digo es que podrías soltarle a Paula un poco de cuerda y darte a tí mismo un respiro. Ella cometió un error, pero tú también.

—¿Cuál?

—Valeria te mintió, y…

—Paulatambién.

—No es lo mismo —aseguró su padre—. Tu mujer era una maestra de la manipulación. Te mintió para que te casaras con ella. Fingió intentos de suicidio para presionarte y que no la dejaras.

—¿Crees que no sé que sus intentos de suicidio eran un grito de ayuda? Tenía que haber pasado más tiempo con ella y trabajar la relación.

—Eso era exactamente lo que ella esperaba. Si de verdad hubiera querido matarse, lo habría hecho. Se trataba de un chantaje emocional, y funcionó perfectamente.

—Hasta que ella se fue —dijo Pedro.

—Otro modo de hacerte daño —su padre estaba muy serio—. Ella captó tu naturaleza competitiva. Después de todo, estaba contigo en el instituto. La animadora viendo al jugador de fútbol triunfando. Dejarte después de haber agotado todos los intentos para prolongar el matrimonio era sin duda la manera de devolvértela, de evitar que te apuntaras un tanto en la columna de los triunfos.

—¿Adónde quieres llegar, papá?

Horacio dejó escapar un profundo suspiro.

—Tu madre y yo tratamos de enseñaros a Fede y  a tí a hacer siempre lo correcto.

 —¿Y?

—Contigo no funcionó debido a tu tendencia a ser un triunfador que odia perder. Prefieres salirte del juego antes de arriesgarte a perder —Horacio  sonrió con tristeza—. Lo que quiero decir es que la perfección no existe.

—Mamá y tú son casi perfectos.

—Trabajamos en ello, hijo, pero eso tú no lo ves. Hemos tenido nuestros momentos malos. No me malinterpretes, han sido más los buenos, pero las relaciones no son fáciles. La alternativa es una serie de interacciones sociales poco satisfactorias. A mí eso me resulta triste y solitario, y no puedo quedarme sin hacer nada mientras tu vida personal descarrila —Horacio lo miró a los ojos—. Paula es la madre de tu hija.

—Eso no es una novedad —Horacio no quería escuchar aquello—. ¿Estás haciendo de Cupido, papá? Porque si es así, tengo que decirte que el atuendo no te sienta bien.

—Estás inventándote razones para mantener a Paula a distancia. Es una gran mujer.

—Una Madre Teresa.

Horacio se puso en jarras.

—No es una santa, ¿Y qué? Los fallos son mucho más interesantes. Ser humano consiste en aprender de los errores y tratar de mejorar. Créeme, te podría ir mucho peor.

Y así había sido, pensó Pedro. Su padre tenía razón en una cosa: no quería repetir su error. ¿Tendría razón también en lo demás? ¿Se negaba a darle una oportunidad a la persona adecuada porque la persona equivocada le había engañado? ¿Paula, una gran mujer? Sin duda. ¿Había dado ya un gran paso emocional con ella sin darse cuenta? ¿Estaba enamorado de ella? Su padre no había llegado tan lejos, pero sin duda había algo de verdad en todo lo que le había dicho.

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