lunes, 29 de mayo de 2017

Has Vuelto A Mí: Capítulo 49

—Gracias —sonrió Pedro con naturalidad.

Paula pensó en cómo había aceptado su afecto con tanta libertad. Pedro solía sonreírle así y su amor fue para ella como un manto protector. Pensó en todas las cosas que había dado por sentado diez años antes. La condujo a la biblioteca y miró el pasillo largo, lleno de cuadros antiguos, de retratos de los habitantes de Rycroft, aunque no todos eran antepasados de la familia. Todos sabían que los Alfonso adquirieron la propiedad a mediados del siglo anterior. Por fin, llegaron frente a la biblioteca.

—No pongas esa cara de susto —susurró Pedro, como si tuviera que darle un apoyo que no sentía.

Paula cerró los ojos. «Malditos sean,» pensó con amargura, «mi madre y su padre».

 —Paula—la puerta se abrió y el padre de Pedro  le estrechó la mano. Él le sonrió y ella trató de imitarlo, sin entusiasmo.

—Hola —los saludó a ambos—. Espero no haberlos hecho esperar.

—¿Quieres algo? —preguntó Pedro, sacándola de las cortesías prolongadas.

 Le dió un buen pretexto para entrar en el cuarto y acercarse a él.

—Este... un jerez seco, si lo tienes —susurró y miradas se encontraron.

Paula se preguntó qué habría sucedido si él no hubiera estado presente. En lo que a los Alfonso se refería, todavía se sentía como una tímida colegiala.

—Pepe nos ha dicho que ahora eres una mujer de negocios —declaró el padre con aprobación.

Paula se volvió.

—Administro una pequeña agencia —admitió, modesta.

De pronto, notó lo viejo que estaba Horacio. Era la primera vez que podía verlo con detenimiento. Y a pesar de sus problemas, pensó que seguía siendo un hombre muy alegre. Recordó que siempre la había tratado con amabilidad y respeto. Pero a pesar de cómo se hubiera portado con ella,  prefería no pensar en ello y seguir considerándolo como todo un caballero. Se preguntó si habría un parecido entre ambos. Ella no podía ver pensó que tal vez era muy optimista. Su actitud para con ella era tan imparcial como siempre.

 —Entiendo que es una agencia para nanas —apuntó lady Ana y Paula pensó que, como siempre, se las arreglaba para que todo pareciera ser trivial. Pensó lo parecida que era esa mujer a su abuela.

 —Para niñeras —corrigió con suavidad y lady Ana arqueó una ceja.

 —Tú no fuiste entrenada para eso —señaló.

Paula perdió un poco de nerviosismo al hacerle ver que eso no importaba, pues la agencia sólo contrataba a niñeras cualificadas.

—Pues yo creo que Paula lo ha hecho muy bien —el padre la invitó a tomar asiento—. Soy un gran admirador de la gente que emprende un negocio en cualquier ramo. Me gustaría poder tener ideas así.

—No veo cómo harías tú para administrar una agencia para niñeras — intervino Pedro y los hizo reír.

—De todos modos... —el señor Alfonso se sirvió otro whisky y lady Ana le preguntó a Paula cómo estaba su familia.

A la chica le resultó fácil hablar de sus padres. A pesar de la relación que hubo entre Alejandra  y el señor Alfonso, creía que no había nada de malo en contarles lo que sabía acerca de la muerte de su abuela. Y eso ayudó a que pasara el tiempo hasta que la señora Platt anunció que la cena estaba servida. Como siempre, la comida fue deliciosa y charló como si nada con Horacio. Si fingía que no estaba interesada en nada, podía hacer frente a la situación.


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