domingo, 28 de mayo de 2017

Has Vuelto A Mí: Capítulo 38

Fue al baño a vomitar. Deseó tener valor para cortarse las venas con la navaja de su padre. La vida ya no tenía sentido para ella. Ya no quería seguir viviendo. El hombre a quien amaba le estaba vedado. Se daba cuenta de lo dramática que había sido. Ya había tenido tiempo de aprender que los corazones no se rompen, sólo se resquebrajan un poquito. Pero entonces tenía dieciocho años, estaba muy enamorada. Y desesperada, de modo que no veía el futuro, sino la destrucción del pasado. De alguna manera logró ir a la fiesta. Sus padres habían insistido en que debía ir, aunque la notaron muy tensa y pálida. Tal vez pensaron que ella y Pedro habían reñido, o algo semejante. Eso sucedió, antes de que terminara la fiesta. Él se mostró menos tolerante al ver que la invitada de honor era como un esqueleto en el festejo. Ya estaba muy nervioso y, cuando sacó el anillo de compromiso para Paula y ella lo rechazó,su enfado fue indescriptible.


No obstante, Paula descubrió que la rabia le daba fuerza para poder soportar aquella terrible velada. Y también tuvo que soportar el desprecio de su padre, de vuelta a casa. Miguel no veía otra cosa más que el hecho de que su hija lo había avergonzado en público al rechazar al hijo del terrateniente. Paula no pudo revelar la verdad, así que tampoco se defendió. Pensaba que aquello debió ser aún más duro para su madre. Se preguntaba si en los días que siguieron, cuando  guardó silencio y no quiso hablar con nadie, Alejandra sospechó algo. No podía saberlo. Era un tema que siempre sería prohibido. Y tenía demasiados problemas para mantenerse alejada de Pedro como para sentir simpatía por otra persona... aunque esa persona fuera su propia madre.


El día del funeral fue tan caluroso como el anterior. El sol caía con fuerza sobre el traje azul marino de Paula. A su lado, Delfina se derretía de calor y la chica sintió lástima por ella. Intuyó que echaba de menos el apoyo del marido ausente. Al otro lado de la fosa,  vió que la familia Alfonso estaba presente.  El padre de Pedro, su padre, estaba allí, junto a lady Ana. Y también Pedro vestido con un traje gris oscuro. Para su sorpresa, Candela no estaba con él. Pensó que tal vez su esposa ni siquiera estaba enterada de la existencia de Gloria. Y sólo porque estaba casada con Pedro, no significaba que tuviera que compartir todas las responsabilidades. Miró a Horacio y trató de ser imparcial con él. Pero no podía aceptar que él estuviera relacionado con ella. Sabía que era su padre biológico, pero Miguel siempre sería su padre. La chica no sintió nada al ver al señor Alfonso. Y se preguntó qué sentiría él al ver a la mujer que había sido su amante y si afectaría también a Alejandra.



El vicario terminó el servicio fúnebre y sólo se oía en el panteón cómo caían las paladas de tierra sobre el féretro. Miguel se inclinó para despedirse por última vez de su madre y Paula se hizo a un lado, avergonzada por no sentir pena. Y fue entonces cuando vio la mirada que cruzaron su madre y el padre de Pedro. Cuando lady Ana se volvió para hablar con uno de los trabajadores de Rycroft, su esposo miró a la mujer que estaba sentada al otro lado de la fosa en la silla de ruedas. Y Paula, que observaba detenidamente la situación, fue testigo de una emoción tan fuerte que no creyó que fuera posible.

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