domingo, 28 de mayo de 2017

Has Vuelto A Mí: Capítulo 44

Candela se humedeció los labios y Paula se puso muy nerviosa. Estaba segura de que era algo relacionado con Pedro... tal vez alguien los vió juntos el día del funeral.

—No... es fácil para mí hablar de esto —declaró Candela al fin y Paula suspiró de alivio al ver que lo iba a intentar—. Supongo que... sabes que mi padre... murió... justo después de que tú te fueras.

Paula parpadeó. Aquello no era lo que esperaba oír.

—Sí... me he enterado de algo —la miró fijamente.

—¿De algo o de todo? —fue seca—. Por tu expresión, más bien creo que lo sabes todo.

—Bueno... —fue Paula quien vaciló—. Me dijeron que murió en circunstancias trágicas...

 —Así es —Helen agachó la cabeza—. Circunstancias muy trágicas. Eso lo describe muy bien.

—Yo... lo siento mucho —murmuró con torpeza y se preguntó qué tenía que ver con ella. Se mordió el labio cuando Candela la miró con incredulidad.

—¿Por qué ibas a lamentarlo? —inquirió con animosidad y la miró con frialdad.

—No... hay una razón en especial —hizo un gesto de impotencia—. Esto... ¿Quieres café? ¿Algo de comer...?

—Nada —negó con la cabeza—. Pero me gustaría sentarme, si no te importa.

—Claro que no —se sintió culpable por no haberla invitado a tomar asiento, y ella prefirió permanecer de pie.

—Gracias —se sentó frente a la mesa—. ¿No vas a sentarte?

Paula tuvo que hacerlo. Pero las rodillas le temblaban, así que cruzó las piernas para que Candela  no lo notara.

 —Bueno —la miró de frente—. Acepto que me lo has dicho de buena fe.Tendrás que perdonarme. Soy un poco susceptible en lo que se refiere a la muerte de mi padre.

Paula sonrió un poco. No sabía adonde quería llegar.

—De cualquier modo, es cierto que los rumores que corrieron sobre su muerte tenían algo de verdad —añadió.

—¿Qué? —Paula se pasó la mano por la nuca sudorosa, nerviosa.

—Así es. Verás, mi padre tenía... dificultades financieras. Eso es verdad. Y estoy segura de que eso contribuyó a que tuviera... un accidente. Él no estaba concentrado en lo que hacía y jamás hubiera chocado contra esa cerca a no ser que estuviera distraído —añadió Candela.

—Entiendo —Paula fue cortés.

—Fue un accidente la gente dijo que no , que mi padre se quito la vida porque estaba muy endeudado y así yo podría cobrar el dinero del seguro... ¡Y eso no es cierto! Me crees, ¿Verdad?

—Claro —la miraba con tanta ansiedad que Paula no pudo decir otra cosa—. Bueno, eso pasó hace mucho tiempo —trató de cambiar el tema—. Ya no importa, ¿O sí?

—Sí importa. Importa mucho. Por eso Pedro se casó conmigo. Él no me amaba en realidad. Sólo reaccionó al hecho de que te fuiste del país... y a que sintió lástima por mí.

—Mira... estoy segura... —Paula tenía la boca reseca.

—Es cierto —Candela suspiró—. Tienes que creerme. Verás, hubo complicaciones con el dinero del seguro. Como te he dicho, hubo rumores sobre suicidio y las compañías de seguros no quieren pagar grandes cantidades de dinero si es que hay dudas.

—Entiendo. —Entonces, estuvieron dispuestos a ayudarme cuando yo conté con el apoyo de los Alfonso. Y, como sabes, Pedro y yo... siempre hemos sido amigos.

Paula se dió cuenta de que estaba cada vez más tensa. No sabía cuánto más podría soportar.

—Estoy segura de que todo esto es muy interesante —adoptó una expresión neutra—, pero no entiendo por qué me cuentas esto.

—Porque quiero que le pidas a Pedro que se divorcie de mí —declaró Candela con frialdad y Paula  se quedó atónita—. Entiendo tu asombro — prosiguió—, pero tienes que creer que eso es lo que los dos deseamos en el fondo.


—¿Lo que los dos quieren? —tragó saliva.


—Sí —rió con nerviosismo—. Es muy difícil para mí decirlo, pero no amo a Pedro. Le estoy agradecida, siempre lo estaré, pero creo que ha llegado el momento de que yo sea independiente.  Sigue pensando que yo no puedo arreglármelas sola, pero sí puedo. Y confío en que puedas convencerlo, por el bien de todos nosotros.

—¿Esperas que yo...? —estaba pasmada.

—Bueno, no puedes negar que todavía existe esa atracción entre ustedes —intervino Candela—. En cuanto me enteré de que volvías para el funeral de tu abuela, pensé que tú y Pedro...

—¡No digas más! —Paula ya estaba más recuperada de la impresión. Se sintió traicionada.

—No sé por qué me miras así —declaró Candela, indignada—. No puedes fingir que tú y Pedro no han estado... solos. Elena me dijo que teníais una expresión culpable cuando os encontró...

—¡Elena! — hizo una mueca de desprecio—. ¿Te refieres a Elena Davis?

Candela vaciló un poco.

—Supongo que sí —se encogió de hombros—. Es el ama de llaves de tu madre, ¿No?

Paula se levantó y fue a la ventana. Estaba furiosa y no sabía por qué no le ordenaba a Candela que se marchara de inmediato. Cómo podía hablar con frialdad de su matrimonio con Pedro. Parecía tan sólo una conveniencia temporal de la que deseaba librarse. Y, de todos modos,  pensó en lo que eso podría significar para ella y para él. Si tuvieran un futuro juntos, habría aceptado la oferta de Candela.

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