El jueves era el cuarto día de Feli en el fútbol. Paula lo llevó al campo y fue a visitar a su hermana. Los recién casados habían vuelto unos días atrás. Valeria parecía muy feliz y estaba muy bronceada. Le enseñó los últimos detalles de la casa y se sentó con ella a tomar café en su nueva cocina y hablar de su luna de miel.
—Ha sido maravillosa —terminó—. Lo hemos pasado de miedo.
—Seguro que sí.
—¿Y qué me dices de Pepe y de tí? Ya sabe todo el pueblo que Feli está en su casa.
—Es normal que lo sepan.
—Y todo el mundo se pregunta si hay algo entre ustedes. ¿Y sabe Feli que Pedro es su padre? Aja, sigues sonriendo. Eso significa que sí, ¿verdad? ¿Se lo ha tomado bien?
—Sí. Todo va de maravilla.
—¿Todo? —Valeria enarcó las cejas.
—Bueno...
Valeria soltó un grito de alegría y la apuntó con el dedo.
—¡Te has ruborizado! Así que tengo razón, ¿eh? Pepe y tú están enamorados.
En cuanto oyó la frase en boca de su hermana, Paula supo que era cierta. Estaba enamorada de Pedro Alfonso y quería una vida con él.
—¿Cuándo es la boda? —preguntó Valeria—, ¡Oh, va a ser genial! Mamá y yo nos pondremos a ello enseguida porque no tiene sentido que esperéis mucho. Y supongo que cerrarás tu casa de San Antonio y te vendrás a vivir aquí por fin. ¡Oh, qué contenta estoy!
Paula se echó a reír.
—¡Eh, frena un poco! Creo que antes debería hablar de todo esto con Pedro.
Valeria movió una mano en el aire.
—Oh, bueno, supongo que sí. Pero date prisa, ¿quieres? Tenemos que planear la boda.
Paula se pasó la tarde pensando cómo le diría aquella noche a Pedro que lo amaba.No tenía por qué ser difícil. No era nada del otro mundo. Pero cuando se imaginaba haciéndolo le sudaban las manos y el corazón le latía con fuerza en el pecho.
Después de cenar, Pedro y Feli bajaron a la sala de juegos y Paula subió las escaleras y pensó que lo siguiente que tenían que comprarle a su hijo era un libro, para variar. Feli eligió aquella noche para darse un baño largo, o al menos a su madre le pareció muy largo. Cantó todas las canciones de los Beatles, desde All my loving hasta Let it Be.Cuando al fin salió a darles las buenas noches, Paula decidió que podía vivir el resto de su vida sin oír ni una canción más de George, Paul, John o Ringo.
—Te quiero, mamá.
—Buenas noches. Yo también a tí.
—Buenas noches, papá. No lo olvides.
—No lo haré. Buenas noches.
Feli entró en su cuarto bostezando y cerró la puerta.
Paula miró a Pedro.
—¿No olvides qué?
Él se llevó un dedo a los labios, le tomó la mano y la guió escaleras abajo. Cuando llegaron a su dormitorio, a ella ya no le importaba lo que Feli no quería que olvidara Pedro.Estaba demasiado ocupada pensando cómo iba a decirle que lo quería.Se desnudaron y se metieron en la cama. Pedro la abrazó enseguida y Paula abrió la boca para decírselo, pero antes de que pudiera hablar, él la besó en la oreja y dijo:
—Feli quiere que nos casemos. Y yo también.
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