miércoles, 7 de septiembre de 2016

Trampa De Gemelas: Capítulo 53

Feli empezó  a  jugar  al  fútbol  el  segundo  lunes  de  julio.  Los  entrenamientos  tendrían lugar todos los días durante dos semanas. Después de eso, habían planeado el  viaje  a  Disneylandia  para  la  última  semana  de  julio.  Paula lo  había  organizado  de  modo  que  pudieran  viajar  desde  Dallas  y  Pedro había  vaciado  su  agenda  para  esa  semana. Todo estaba arreglado.

El jueves era el cuarto día de Feli en el fútbol. Paula lo llevó al campo y fue a visitar a su hermana. Los recién casados habían vuelto unos días atrás. Valeria parecía muy feliz y estaba muy bronceada. Le enseñó los últimos detalles de la casa y se sentó con ella a tomar café en su nueva cocina y hablar de su luna de miel.

—Ha sido maravillosa —terminó—. Lo hemos pasado de miedo.

—Seguro que sí.

—¿Y qué me dices de Pepe y de tí? Ya sabe todo el pueblo que Feli está en su casa.

—Es normal que lo sepan.

—Y  todo  el  mundo  se  pregunta  si  hay  algo  entre  ustedes.  ¿Y  sabe  Feli  que  Pedro  es  su  padre?  Aja,  sigues  sonriendo.  Eso  significa  que  sí,  ¿verdad?  ¿Se  lo  ha  tomado bien?

—Sí. Todo va de maravilla.

—¿Todo? —Valeria enarcó las cejas.

—Bueno...

Valeria soltó un grito de alegría y la apuntó con el dedo.

—¡Te has ruborizado! Así que tengo razón, ¿eh? Pepe y tú están enamorados.

En cuanto oyó la frase en boca de su hermana, Paula supo que era cierta. Estaba enamorada de Pedro Alfonso y quería una vida con él.

—¿Cuándo es la boda? —preguntó Valeria—, ¡Oh, va a ser genial! Mamá y yo nos pondremos a ello enseguida porque no tiene sentido que esperéis mucho. Y supongo que  cerrarás  tu  casa  de  San  Antonio  y  te  vendrás  a  vivir  aquí  por  fin.  ¡Oh,  qué  contenta estoy!

Paula se echó a reír.

—¡Eh, frena un poco! Creo que antes debería hablar de todo esto con Pedro.

Valeria movió una mano en el aire.

—Oh, bueno, supongo que sí. Pero date prisa, ¿quieres? Tenemos que planear la boda.

Paula se  pasó  la  tarde  pensando  cómo  le  diría  aquella  noche  a  Pedro que  lo  amaba.No tenía por qué ser difícil. No era nada del otro mundo. Pero cuando se imaginaba haciéndolo le sudaban las manos y el corazón le latía con fuerza en el pecho.

Después  de  cenar,  Pedro y  Feli  bajaron  a  la  sala  de  juegos  y  Paula subió  las  escaleras  y pensó  que  lo  siguiente  que  tenían  que  comprarle  a  su  hijo  era  un  libro,  para variar. Feli  eligió aquella noche para darse un baño largo, o al menos a su madre le pareció  muy  largo.  Cantó todas  las  canciones  de  los  Beatles,  desde  All  my  loving  hasta Let it Be.Cuando  al  fin  salió  a darles  las  buenas  noches,  Paula decidió  que  podía  vivir  el  resto de su vida sin oír ni una canción más de George, Paul, John o Ringo.

—Te quiero, mamá.

—Buenas noches. Yo también a tí.

—Buenas noches, papá. No lo olvides.

—No lo haré. Buenas noches.

Feli entró en su cuarto bostezando y cerró la puerta.

Paula miró a Pedro.

—¿No olvides qué?

Él  se  llevó  un  dedo  a  los  labios,  le  tomó  la  mano  y  la  guió  escaleras  abajo.  Cuando  llegaron  a  su  dormitorio,  a  ella  ya  no  le  importaba  lo  que  Feli no  quería  que olvidara Pedro.Estaba demasiado ocupada pensando cómo iba a decirle que lo quería.Se  desnudaron  y  se metieron  en  la  cama.  Pedro  la  abrazó  enseguida  y  Paula abrió la boca para decírselo, pero antes de que pudiera hablar, él la besó en la oreja y dijo:

—Feli quiere que nos casemos. Y yo también.

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