La depositó con cuidado sobre la colcha verde jade y rompió el beso para tirar de ella con gentileza hasta el borde, de modo que le colgaran las piernas y tocara el suelo con los pies. Ella tendió los brazos hacia él, pero Pedro se arrodilló a sus pies, completamente vestido, y le quitó con cuidado el tanga enredado y los zapatos. Tomó su pie derecho y lo besó. Mordisqueó los dedos, uno por uno, y Paula pensó lo maravilloso que era estar con él siendo una mujer adulta y no una chica virgen asustada.Él subió por su pierna besándola y mordisqueándola y después se acercó más y colocó las piernas de ella en sus hombros. Apoyó las manos en sus muslos y la abrió con las puntas de los dedos.Y de pronto empezó a acariciarla con la lengua, primero a lametones y después succionando con gentileza. Paula se dejó caer sobre la cama gimiendo y cerró los ojos mientras él la besaba y lamía y ella se sentía subir cada vez más alto y se estremecía al borde del orgasmo.Y entonces llegó el clímax en una explosión de estrellas, una ducha de luz y dulzura, un sabor como a champán en la lengua y el olor acre de su deseo a todo alrededor.Y se oyó gritar:
—¡Sí! ¡Por favor!
Cuando pudo volver a pensar, bajó los brazos para intentar sentarlo en la cama con ella. Pero él se sentó en los talones y movió la cabeza.
—No puedo.
Paula se incorporó sentada.
—¿Por qué no?
Él tendió una mano, le acarició los muslos y rozó los rizos rojizos con un gesto posesivo.
—No tengo preservativo —introdujo un dedo y después otro y ella dió un respingo cuando sus músculos se contrajeron alrededor de los dedos. Y él sacó la mano despacio, se la llevó a los labios y lamió la humedad de sus dedos.
—Esta noche —dijo.
Ella asintió y calculó mentalmente las horas que faltaban hasta que se acostara su hijo.
—¡Oh, sí!
Pedro se inclinó y la besó un instante en la boca antes de mover los labios para besarle la cicatriz fea de la sien.Después se incorporó del todo y la miró. Seguía todavía completamente vestido.Y ella estaba desnuda y sin el menor asomo de modestia. Él la miró con ojos brillantes y Paula no sintió el impulso de taparse, sino que sintió placer al ver la mirada de lujuria de él.Y esa noche habría más. Mucho más. Hasta un rato después, cuando se duchaba para borrar el olor del deseo de su cuerpo, no se dio cuenta de que lo había dejado marchar sin preguntarle cuándo pensaba decirle a su hijo lo que necesitaba saber. Sonrió para sí y se prometió hacerlo esa noche.Cuando Feli estuviera acostado, ella iría en su busca. O él en la de ella. Eso daba igual. Lo que importaba era que estarían juntos y harían el amor despacio y con ternura. Estaría con él, en sus brazos. Y tendría tiempo de sobra de hacerle preguntas y buscar respuestas.
Muy buenos capítulos!!! Ya no podían seguir así! Ojalá Pedro la perdone!
ResponderEliminarAyyyyyy, qué lindo, parece que se viene la reconciliación.
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