domingo, 25 de septiembre de 2016

Otra Oportunidad: Capítulo 45

—Así que lo sabías… durante todos estos años he intentado convencerme de que no estabas informado, de que no eras capaz de permitir que me encerraran por un delito que no había cometido —respondió Paula.

Todavía no podía creerlo. Mariano había sido amigo de Sergio.  No era lógico que se comportara tan mal con ella.

—¿A que se refiere? —pregunto el detective, mirándola—. ¿Quién es usted?

—Ya se lo explicaré más tarde —dijo Pedro—. Mataste al hombre que vivía contigo. Dejaste que culparan a Paula y desapareciste. Todos pensaron que el muerto eras tú… pero cuando nos dimos cuenta de que seguías con vida, supimos que ella era inocente. Su juicio se ha anulado. Está libre desde hace semanas.

—Ella mató a Tomás. Lo hizo para vengarse de la muerte de Sergio. Si estas buscando a un asesino, la tienes a tu lado.

—Yo ni siquiera conocía a Tomás —afirmo ella, acercándose a la mesa—. ¿Sabías que Sergio y yo esperábamos un niño? Me lo quitaron porque yo estaba en la cárcel. Sergio murió por tu culpa y mi hija vive con extraños por el mismo motivo. Solo por eso, espero que te encierren hasta el fin de tus días. ¿Cómo pudiste hacerme eso? Pensaba que éramos amigos…

—Yo no voy a ir a la cárcel. Quiero un abogado.

Mariano intentó levantarse, pero el detective lo empujó por los hombros para que se sentara otra vez.

—Los jueces decidirán sobre tu futuro —dijo Pedro—. Y no ganaras nada si insistes en responsabilizar a Paula de un delito que no cometió.

—Ella no es nadie. En cambio, mi familia es muy importante en Denver.

—Pero nadie esta por encima de la ley.

—Maldita sea, ¿Que importa ya? Sergio era amigo mío y lo echo de menos, pero está muerto y lo del accidente no fue culpa mía. No debió permitir que condujera estando borracho —declaró.

Paula lo miró con creciente enfado.

—Crece de una vez. No culpes a los demás de tus propios actos. Luis declaró que tu te empeñaste en conducir… tú lo mataste y luego asesinaste al otro hombre. Puede que tu familia sea importante, pero tu eres escoria.

—¡Bruja! Alejaste a Sergio de mí… teníamos intención de hacer muchas cosas juntos cuando saliéramos de la universidad. Pero apareciste tu y lo estropeaste todo.

—¿Cómo? —pregunto ella, sorprendida—. Serio era amigo tuyo, Mariano. Te apreciaba tanto que nos íbamos a quedar en Denver solo porque quería estar cerca de tí.

Mariano la miró.

—Pero las cosas cambiaron. La noche en que murió hablo conmigo y me dijo que quería salir con más gente, que no era lógico que solo saliéramos él, tú y yo. Y ni siquiera podía ver a Tomás porque mi padre se habría enterado de que yo era homosexual. Me habría desheredado —declaró—. Todo es culpa tuya, Paula. Merecías ir a la cárcel.

—Claro. Por eso te marchaste de la ciudad. Para que la culparan a ella — intervino Pedro.

—Solo lo hice para salvarme. Tenía dinero ahorrado y podía marcharme a donde quisiera.

—Comprendo. Pero eso no explica porque mataste a Tomás…

—Yo no he matado a nadie. Exijo un abogado. No diré nada más hasta que no hable con mi abogado —insistió.

—Tenías la oportunidad, los medios y la conexión con la víctima. Solo tenemos que investigar un poco más y te enfrentaras a una acusación por asesinato —le advirtió Pedro—. Sera mejor que colabores con nosotros. Es posible que el juez sea clemente contigo.

Paula miró a Pedro.

—No quiero que hagas un trato con él. Quiero que pague por lo que ha hecho.

—Eso no pasara nunca, pequeña —Mariano se burló—. Soy un Winters y ese apellido tiene mucho peso en Denver. Además, nadie podrá demostrar nada. Saldré bajo fianza dentro de un par de días.

—Te equivocas. El juez ha rechazado la fianza.

La seguridad de Mariano flaqueó. Pero se recuperó enseguida.

—No hablaré si no es en presencia de mi abogado.

—¿Quien era Tomás? ¿Como se apellidaba?

—Quiero un abogado.

Pedro hizo varias preguntas más, pero Mariano se atuvo a su cantinela.

Cuando por fin salieron de comisaria, Paula dijo:

—Así que eso era todo. Dejo que me condenaran porque Sergio se había enamorado de mí. Y pensar que lo tenía por un amigo…

—Tengo la impresión de que Mariano está loco. Pero eso no lo va a salvar.

Paula se detuvo y lo miró.

—Prométeme que lo procesaran.

—Haré lo que pueda.

—No. Quiero que me lo prometas.

Pedro la miró a los ojos durante unos segundos.

—Esta bien, Paula. Te lo prometo.

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