lunes, 26 de septiembre de 2016

Otra Oportunidad: Capítulo 53

Por primera vez, Paula se preguntó si su reserva no sería un error. Siempre se contenía porque no quería ser cotilla. Pero eso no significaba que los demás no le interesaran.

—¿Y que otra cosa podría pensar?

—Tal vez, que mis habilidades sociales no son como antes de que me encerraran —respondió—. O que necesito tiempo para recuperarme.

Paula estaba a punto de continuar cuando vió que cierta persona avanzaba hacía ellas a través de las filas de plantas.

—Oh, no… creo que voy a tener problemas.

Eva alzó la mirada.

—Vaya, eso si que es una mujer elegante. ¿Quién es?

—La ex mujer de Pedro. Y no le caigo muy bien.

—¿La conoces?

—Solo de vista. Piensa que soy una mala influencia para su hijo.

Antes de que Eva pudiera hablar, Noelia llegó a su lado.

—¿Podría hablar un momento con Paula a solas?

—No —respondió Eva.

Noelia no esperaba esa respuesta y se sorprendió, pero miró a Paula con cara de pocos amigos.

—Quiero hablar contigo en un lugar más tranquilo.

Paula se limpió las manos con un paño.

—Casi es mi hora de comer. Puedes acompañarme si quieres.

—No tienes por que ir con ella, Paula…

—Estoy segura de que podré oír lo que tiene que decir.

Paula y Noelia se alejaron. Cuando llegaron al estacionamiento, se giró un momento para mirar a la ex mujer de Pedro. Era preciosa.

—Han suspendido a Pedro—dijo Noelia de repente.

—¿Qué?

—Por culpa del viaje a San Francisco. A su jefe no le ha gustado nada — contestó—. ¿Hasta dónde piensas llegar para vengarte de él?

—No quiero vengarme de él.

—¿Ah, no? Pues estás haciendo un gran trabajo. Incluso has conseguido que yo presente una demanda para impedir que vea a Franco.

—¿Impedir que vea a Franco? ¿Por que?

—Por las compañías que frecuenta últimamente, por supuesto.

—Noelia, yo no he matado a nadie —dijo con tranquilidad.

—Tal vez no. Pero pasar ocho años en la cárcel cambia a cualquiera.

—Sí, claro. Y también perder a tu hija y a tu prometido.

—¿A tu hija? —preguntó, sorprendida.

—Estaba embarazada cuando me enviaron a prisión. Tuve que entregarla en adopción porque me condenaron a cadena perpetua. Tú, en cambio, tienes a tu hijo. Eres una mujer afortunada. Deberías recordarlo para no juzgarme a la ligera. Yo no tengo nada.

—Por culpa de Pedro y de Adrián Denning. Yo diría que tienes motivos de sobra para vengarte de ellos.

—Tal vez, pero no es mi estilo. Además, Pedro va a encontrar a…

Paula no terminó la frase.

—¿A quién? ¿A tu hija? Dudo que pueda acceder al expediente de adopción. A no ser, claro esta, que se salte unas cuantas leyes… como hizo al llevarte a esa entrevista con Mariano. Es extraño que se comporte de ese modo. Él siempre ha creído en el sistema legal. Lo de la suspensión le habrá afectado.

—O tu intención de impedirle ver a Franco —puntualizó ella—. Pero ¿Que quieres de mí,  Noelia?

—Que te mantengas alejada de Pedro.  Es mío.

—¿Tuyo? Pensaba que se habían divorciado.

—Pero no estaremos separados mucho tiempo.

Paula se preguntó si Noelia estaría loca o si verdaderamente creía que tenía posibilidades de volver con su ex marido. Sin embargo, no conocía a Pedro lo suficiente. Tal vez hubiera algo entre ellos, algo que no le había contado.

—No confundas su sentimiento de culpabilidad con el amor —continuó Noelia—. Solo intenta lavar su conciencia. Dile que ya no lo necesitas y desaparecerá inmediatamente de tu vida. Pero díselo pronto, antes de que sea demasiado tarde.

—¿Demasiado tarde?

—Limítate a hacerlo.

Noelia giró en redondo y se marchó de repente.

Paula se quedó allí, en el estacionamiento, mirando como se alejaba. Noelia había conseguido llenarla de dudas, y ahora no estaba segura de que el fin de semana con Pedro hubiera significado algo.

Cuando volvió al trabajo, Eva preguntó:

—¿Tenía algo importante que decir?

—No.

—Pues tienes un aspecto lamentable. Como si hubieras perdido a tu mejor amiga.

Paula negó con la cabeza.

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