miércoles, 21 de septiembre de 2016

Otra Oportunidad: Capítulo 34

—Si, a algunos. Pero tal vez debería hablar con su familia…

—Ya hemos hablado con ellos. Sin embargo, parece ser que entonces vivía en un piso cerca de la universidad y su familia no sabía demasiado de sus andanzas — dijo el policía, echando un vistazo a sus notas.

—Si, recuerdo que su padre le compro ese apartamento. Pero Sergio y yo no íbamos a menudo. Normalmente nos veíamos en nuestra casa.

—¿Por que?

Paula frunció el ceño. Era una buena pregunta. El piso de Mariano era mucho más grande que el suyo y habría sido lógico que se encontraran en él.

—No lo sé —respondió lentamente.

—Tengo entendido que cree que Mariano Winters era homosexual. ¿Tiene la seguridad o solo lo sospecha?

—Lo sé. Aunque Mariano lo ocultaba, Sergio era amigo suyo y se lo había confesado. Pero no hablábamos nunca de eso —dijo, encogiéndose de hombros.

—¿Puede decirme algo más de sus otros amigos?

Paula se recostó e intento recordar aquel verano.

—Hablaba mucho de un tal Tomás… pero no llegué a conocerlo.

El detective asintió para animarla y ella siguió hablando.

—Creo que era alguien especial para Mariano. En cierta ocasión, le hablaba a Sergio de él. Ah, y también estaban Antonio Parrish y Luis Sutto. Pero generalmente solo salía con nosotros —explicó.

—¿No tenía ninguna amiga especial?

Paula sacudió la cabeza.

—No. Sergio me contó lo de su homosexualidad precisamente por eso… en cierta ocasión le propuse que organizáramos una cita a Mariano y no tuvo más remedio que decirme la verdad.

—¿Y no sabe nada del asunto de San Francisco? ¿No mencionó la posibilidad de marcharse de Denver?

—Nunca dijo nada de marcharse. Sergio y él tenían grandes planes y querían trabajar juntos.

—Pero fue el causante de su muerte.

—Si.

—¿Que ocurrió?

—¿Es que esa información no aparece en sus archivos?

—Si, pero prefiero escucharlo de su boca.

—Sergio y Mariano salieron un día para ver a Luis. Yo no me encontraba bien, así que me quede en casa. Por lo visto, estuvieron de juerga hasta lamadrugada. Luis acababa de cobrar y se empeñó en invitarlos… Se emborracharon y tuvieron un accidente.

—Creo que investigaron el caso.

Paula asintió.

—En efecto. Yo pensaba que no lo harían. Su familia era muy importante en Denver y supuse que no querrían manchar su imagen.

—Y lo amenazó en el entierro…

—Me han declarado inocente —le recordó.

—Lo sé. Solo intento hacerme una idea.

—Estaba muy enfadada. Me parecía muy injusto. Mariano seguía con vida y Sergio  había muerto. No podía soportarlo y lo amenacé, es verdad… Pero no había hecho nada malo. Sé que Mariano no lo hizo a propósito.

—Dijo que fue a hablar con usted la noche del asesinato. ¿Para que?

—Para decirme que comprendía mis sentimientos y que se sentía terriblemente culpable por haber causado la muerte de su mejor amigo. Recuerdo haberle preguntado si tenía la menor idea de mi dolor…

—Entonces, ¿No la amenazó? ¿No la agredió de ninguna forma?

—No, en absoluto. Me pidió que lo perdonara y se marchó.

El policía sacó una tarjeta y se la dió.

—Si se acuerda de algo más, le agradecería que se pusiera en contacto conmigo. Siento que cometieran un error tan grave con usted, señorita. Pero puede estar segura de que haremos todo lo posible por encontrar a Winters.

Ella tomó la tarjeta y se mordió la lengua para no decir algo desagradable. Aquel policía no tenía la culpa de nada. No había participado en la investigación que la llevó a la cárcel. Solo hacía su trabajo.

—Si recuerdo algo más, lo llamaré.

Paula lo dijo muy en serio. Habría hecho cualquier cosa con tal de localizar a Mariano Winters.


—Jefe, su ex mujer está…

Rosana se interrumpió cuando la puerta se abrió de golpe y Noelia apareció en el umbral. Pedro la miró y deseó no tener que enfrentarse otra vez a ella. Estaba cansado de aquella situación.

—Entra y cierra —dijo él.

—¿Cómo has podido enviarme a la policía para que me interrogue?

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