miércoles, 21 de septiembre de 2016

Otra Oportunidad: Capítulo 35

—Cierra la puerta —insistió—. A no ser que pretendas que se entere toda la oficina.

Noelia cerró de un portazo, tiró el bolso a la mesa y se sentó.

—Todo esto es humillante. Yo no sé nada de mi primo. Lo daba por muerto desde hace ocho años —afirmó.

—¿De que estás hablando? ¿Es que la policía te ha interrogado?

—Ja. Como si tú no lo supieras.

—Tranquilízate, Noelia. No lo sabía. Pero no me sorprende demasiado. Me interrogaron a mí y creo que también querían interrogar a Paula Chaves.

—A ella le esta bien empleado.

—Fuiste tú quien envió a los periodistas a la pizzería, ¿Verdad?

Pedro lo sabía de sobra, pero quería que se lo confirmara.

Noelia casi sonrió.

—¿Tenía algún motivo para no hacerlo?

—Puedes hacer lo que quieras. Y yo puedo interpretar lo que desee —dijo él—. Cuéntame lo de la policía.

—Dos agentes han venido esta mañana a mi casa. Querían que les contara lo que sé de Mariano y por que no dije hace ocho años que era homosexual. Han sido bastante desagradables conmigo.

—No sé porque lo dudo. Solo hacen su trabajo.

—Ya. También lo hacían hace ocho años y no tuvieron mucho éxito.

—Ni los demás tampoco, así que ahora tienen que repetirlo. ¿Que les has dicho? —preguntó.

Pedro habló con tono paciente. No estaba de humor para los histrionismos de su ex mujer, sobre todo después de lo sucedido con Paula. No había hablado con ella desde el sábado anterior. Pero había estado constantemente en sus pensamientos.

—No he dicho nada. Primero tengo que consultar con mi abogado.

—¿Para que?

—¿Para que? Para protegerme, por supuesto…

—¿Contra que? Tú no mentiste hace ocho años. Ni te guardaste ningún dato importante, ¿Verdad? —preguntó.

—Por supuesto que no.

—La policía sospecha que el hombre al que asesinaron podía ser el amante de Mariano —explicó—. Sus huellas estaban por toda la casa. En el cuarto de baño, en la cocina, en el dormitorio… ¿Sabes si tu primo estaba saliendo con alguien aquel verano? No sé, tal vez un amigo o un compañero de estudios. Si sabes algo, deberías decírselo a la policía. No te acusan a tí. Solo quieren información.

—¿Solo eso? Ah… —dijo, más tranquila—. Entonces tendré que llamarlos por teléfono y decides la verdad, que no sé nada en absoluto.

—Tendrías que haber empezado por ahí.

Noelia recogió el bolso.

—Será mejor que vaya a arreglar este estropicio. Podrías acompañarme…

—No me necesitas, Noelia.

Antes de que Noelia pudiera hacer algún comentario sobre sus necesidades, Pedro cambió de tema.

—Este fin de semana me llevo a Fran a la cabaña. Pasaré a recogerlo el viernes.

—Pero mantenlo lejos de los delincuentes.

—Paula Chaves no es una delincuente. Han anulado su condena y puede ir adonde quiera. Además, es una buena mujer. Algo tímida e insegura, pero buena.

Noelia entrecerró los ojos.

—No me digas que te gusta.

—Lo que yo piense de ella no es asunto ruyo. Pero puedes estar tranquila. Jamás podría en peligro a nuestro hijo —afirmó.

—En mi opinión, tu relación con esa mujer supone un… conflicto de intereses.

—En eso estás de acuerdo con Esteban. Se enfadó mucho cuando vió esas fotografías en el periódico.
—Pues claro. Tuvo miedo por las elecciones —murmuro.

—Pero ha ganado y ya ha recobrado el buen humor.

A pesar de todo, Pedro seguía enfadado con la situación. No le gustaba que Noelia o Esteban interfirieran en sus asuntos personales.

Noelia se levantó de la silla. Parecía algo confundida, y él se preguntó por que se empeñaba en aferrarse a una relación terminada. Martín parecía adorarla y era evidente que hacían buena pareja. Además, podía ofrecerle la vida que necesitaba. Pero su ex mujer siempre había sido muy obstinada.

Cuando Noelia se marchó, Pedro volvió a la mesa. Sabía que le iría bien con la policía y que no necesitaba que la acompañara. Sin embargo, no habría ido con ella en ningún caso. Se reunió con el juez Creighton y hablaron de la adopción de la hija de Paula. Lamentablemente, las noticias no eran buenas. El expediente se había cerrado ocho años antes y necesitarían una orden judicial para reabrirlo. Solo lo harían si Paula presentaba una demanda, pero no se lo concederían si no había una buena razón para ello. Pedro no le iba a recomendar que la presentara. Tenía pocas posibilidades de salirse con la suya y se llevaría una terrible desilusión cuando la rechazaran. Debía encontrar otro medio de encontrar información, así que se puso en contacto con uno de los funcionarios del archivo. Sabía que estaba violando varias leyes, pero le daba igual. Si servía para que Paula supiera que su hija se encontraba bien, habría merecido la pena. Él también habría querido asegurarse si se hubiera tratado de Franco. Tenía derecho a saber. Y estaba decidido a hacer lo posible por ayudarla.

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