—Nos mudaremos mañana —dijo.
—De acuerdo —asintió él—. Vamos a ver cómo va el verano y ya nos preocuparemos de lo demás cuando llegue el otoño.
Aquella noche, después de que se acostara Feli, Paula se sentó en la mesa de la cocina con sus padres y les dijo que su hijo y ella se iban a instalar temporalmente en el Doble T.
—No pareces muy contenta con ello —dijo su padre con el ceño fruncido.
—Es lo que quiere Pedro, pasar tiempo con su hijo.
—¿Y qué quieres tú?
—En este momento sólo quiero hacer lo posible para que pasen tiempo juntos.
—¿Y Pedro y tú? —preguntó su madre.
—Mamá, en este momento no hay nada entre nosotros.
—¿Pero crees que podrían...?
—Ale —Miguel acercó su silla a la de su esposa y le pasó un brazo por los hombros—. Es su vida. Tenemos que aprender a dejar que ella toma sus decisiones y viva su vida.
—Lo sé, pero...
Él la atrajo hacia sí.
—Déjalo ya.
Alejandra arrugó la nariz.
—Está bien.
Paula se levantó y le dio un beso en la mejilla a su padre.
—Los quiero.
Miguel le sonrió.
—Eso es exactamente lo que nos gusta oír.
Paula le contó el plan a Feli durante el desayuno.
—¿Todo el verano? —el niño frunció el ceño y tomó otra cucharada de cereales.Estaban solos en la cocina. Miguel había ido a trabajar y Alejandra a hacer la compra.Paula dejó su taza de café en la mesa y sonrió.
—Hasta finales de agosto. Casi dos meses enteros en el Doble T. Podrás montar en el pony y nadar todos los días. Y comer muchas barbacoas y estar con Fargo. Sabemos cuánto te gusta el perro.
Feli masticó y tragó.
—Pero les dije a Joaquín y a Lautaro que volveríamos la semana que viene —esos chicos eran sus mejores amigos y vivían en la misma calle que él en San Antonio.
—Puedes llamarlos y decirles que te quedas aquí todo el verano, pero que volverás cuando empiece el colegio.
Feli no se dejó convencer tan fácilmente.
—Queríamos hacer un fuerte en el árbol en el jardín de Joaquín. Seguro que ya lo han empezado. Y me voy a perder todo el entrenamiento de fútbol, que empieza a principios de agosto. Y tú dijiste que me llevarías a Disneylandia en julio.
Paula no esperaba todas aquellas objeciones y, por lo tanto, no se había preparado para ellas. Pensó en la mirada de enfado de Pedro y en lo que le diría si estropeaba eso y tenía que arrastrar a su hijo al rancho contra su voluntad. Como Pedro no confiaba en ella, asumiría que había puesto a Feli en contra de la idea de pasar el verano en el Doble T.
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