lunes, 5 de junio de 2017

Has Vuelto A Mí: Capítulo 63

—¿Qué otro motivo podría haber? —estaba cansada—. Ya sabes que te amo. Nunca ha sido algo que se haya puesto en duda.

—¿Ah, no? —la tomó de los hombros y la sacudió con fuerza.

 —No.

—Entonces, ¿Por qué me dejaste hace diez años? —rugió—. Yo no estaba casado en esa época.

—Oh... —Paula bajó la cabeza y se le llenaron los ojos de lágrimas. Pedro la soltó. Por un momento, ella creyó que él había olvidado el pasado, pero no debió engañarse. El pasado estaba unido al presente y no lo podía ignorar. Y tenía que hacer frente a la situación—. Tuve mis motivos.

—¿Qué motivos? —insistió Pedro.

Paula no lo culpaba por insistir, pero no se sentía capaz de contarle una historia que no le pertenecía.

—Es una larga historia. No nos concierne. Y preferiría no contártela.

—¿Y si yo quiero que lo hagas? —la miró a los ojos.

—¿Por qué habrías de quererlo? —exclamó—. Eso no altera la situación, sigues casado... —se le ocurrió algo desesperado—. ¿O no? —pero sus esperanzas se destruyeron al verlo asentir—. No podemos cambiar lo que ha pasado ahora! Es... demasiado tarde.

—Tal vez no —Pedro habló en un hilo de voz que la sobresaltó.

—¿A qué te refieres?

—A que tal vez no sea demasiado tarde para nosotros —susurró él y Paula lo miró, incrédula.

—Pero, ¡Candela...! Las cuadras...

—Las cuadras ya no existen —declaró—. Se quemaron hace dos semanas. Fue un verdadero infierno. Varios caballos murieron.

—No puedo creerlo —se quedó pasmada.

—Pues es cierto. —Pero... ¿Cómo... es decir, tú...?

—No tuve nada que ver en eso —exclamó Pedro, indignado—. Demonios, ¿Qué opinión tienes de mí?

—No he querido decir eso —estaba confundida—. ¿Candela, no...?

—Candela está bien —declaró Pedro y Paula se sintió aliviada.

A pesar de que la muerte de Candela le habría devuelto la libertad a Pedro, no quería reunirse con él por una causa semejante.

—Entonces, ¿Cómo sucedió?

—Fue un incendió premeditado.

—¿Qué? Pero, ¿Quién... ?

—La policía piensa que fue Candela —replicó Pedro y Paula  contuvo el aliento.

—Bueno, deben estar equivocados.

—No lo creo —Pedro  hizo una pausa—. No fue un trabajo de profesional. Parece que el fuego se inició en un granero abandonado que estaba junto a los establos. Es obvio que no era su intención matar a los caballos, Candela no haría nada que pudiera dañarlos.

—¿Por qué haría algo semejante? —Paula negó con la cabeza.

—¿Por qué crees? Para cobrar el dinero del seguro. Aunque cualquiera podía darse cuenta de que la aseguradora no iba a pagar una investigación a fondo —suspiró—. Pero Cande nunca ha sido muy racional en lo que se refiere a sus caballos. Supongo que estaba desesperada.

—Pero debió tener la intención de sacar a los caballos —frunció el ceño.

—Claro. El problema fue que el viejo Bernardo Taylor, el mayoral, compró bastante alfalfa el día anterior. Y la dejó guardada en el granero.

—¡Dios mío!

—Así es —la vió horrorizarse—. Fue terrible. Todo ardió en un segundo. A no ser porque se lo impedimos, Cande habría muerto con sus caballos.

—Lo... siento —Paula no sabía qué más decir.

—¿Lo de Candela? —alzó las cejas—. Sí, supongo que yo también. Aunque debo confesar que no lamento ya no tener nada que ver con las cuadras Berrenger.

—Pero, ¿Que pasó con los otros caballos?

—Todos han tenido que venderse para pagar la hipoteca. Por fortuna, la aseguradora de mi padre aclaró que él no era responsable de nada, y ahora sólo le queda pagar la hipoteca de Rycroft.

—¿Candela está en prisión?

—No —por primera vez, Pedro sonrió un poco—. Mi padre logró que un abogado amigo suyo la defendiera y logró que quedara libre bajo fianza. De todos modos, ya se ha ido del pueblo. Dijo que ya no podía seguir viviendo allí ahora que ya no tenía las cuadras.

—¿Entonces, eso significa que...? —Paula tragó saliva.

—¿Qué nos estamos divorciando? —la miró—. Sí, así es.

—¡Oh, Pepe! —Paula no podía creer que fuera verdad. Era algo que deseaba tanto... Sin dudarlo, se echó en sus brazos, le pasó los brazos por el cuello y hundió el rostro en su pecho. Estaba llorando y riendo al mismo tiempo y le llevó varios minutos darse cuenta de que él no compartía su emoción.

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