sábado, 14 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 99

Ahora ella tomó el control y me tiró sobre la cama, después fue y tomó mi pantalón, buscó en los bolsillos y encontró con rapidez lo que estaba buscando y sonrió. Se acercó a mí y se tumbó sobre mi cuerpo, me besó y mordió mis labios mientras su mano subía y bajaba por mi masculinidad que respondió a sus caricias. Se sentó a horcadas sobre mí y sacó el contenido de la envoltura, me lo puso deslizando sus dedos y una vez que terminó, lo tomó con su mano y lo llevó hasta su centro para introducírselo. Comenzó a subir y bajar y mis manos se aferraron a su cintura para ayudarla en sus movimientos, se acariciaba sus senos y jalaba sus pezones, aumentó la velocidad y yo también buscando desesperadamente el objetivo hasta que lo logramos, nuevamente ella primero e instantes después yo. Se bajó luego de unos segundos, tomó su ropa y se vistió sin decir palabra alguna.

– ¿Volveré a verte?, no me has dicho tu nombre – dije desde la cama.
– Creo que eres nuevo en esto, quizá vuelva a llamarte, gracias por el momento – respondió y salió de la habitación dejándome con mil preguntas en mi cabeza.

A la mañana siguiente me encontraba cerrando la última caja cuando sonó mi celular, era Matías, así que de inmediato le contesté.

– Hola viejo, ¿cómo estás? – saludé mientras me sentaba en la cama.
– Muy bien, ¿y tú?
– Bien, aquí ya preparando todo para mandarlo por paquetería a mi casa.
– Al fin terminamos la carrera, por cierto, ¿te gusto tu regalo de graduación? – preguntó con su característica sonrisa.
– ¿Cuál regalo? – exclamé volteando a todos lados a ver si había algo que no fuera mío.
– El de anoche… la chica – respondió volviendo a reírse.
– Ah, ¿con que tú fuiste el que le dió mi teléfono?, claro, no podría haber sido alguien más, por supuesto que me gustó amigo, la chica era un bombón.
– Bienvenido al club. – ¿Club?, ¿de que rayos estás hablando Matías? – dije desconcertado y su respuesta fue una carcajada que no supe como tomar.
– Resulta mi amigo que hace cinco meses fui invitado a pertenecer a un exclusivo y secreto club de sexo, de gente de nuestro nivel social y uf, es la gloria, así que conociendo tu historial de la universidad, eres el candidato perfecto para pertenecer a él – explicó Matías.
– Pero, ¿cómo te atreves a meterme sin consultarme primero?
– Vamos  Pedro, no te vas a hacer el santurrón conmigo que te conozco bien, ¿a poco no disfrutaste la experiencia de anoche?, tú mismo dijiste que la chica era un bombón, así que no te hagas el ofendido.
– Es que tan siquiera me hubieras avisado viejo, ahora comprendo varias cosas, ¿qué es eso de las reglas?
– Ah, es que el club se rige por tres rigurosas reglas que no hay que romper, tú sabes se trata de mantener esto en secreto, no tienes idea de quienes pertenecen a él, por eso te digo que es la gloria, a muchos no les conviene que salga a la luz pública. Las reglas son simples: uno: no nombres, dos: no preguntas personales, tres: no lazos afectivos, así que, como verás, se trata única y exclusivamente de gozar de un buen sexo sin ningún tipo de compromisos, así como nos gusta a ti y a mí.
– Sexo entre desconocidos, ¿ah?
– Así es mi amigo, de lo más excitante, aunque puede que te encuentres con alguna chica famosa, pero tú pretende que no la conoces, ese es el juego, yo tengo mi regla personal, no más de tres revolcones con la misma, eso crea lazos y sería romper con una de las reglas, te vas a divertir, ya lo verás.
– ¿Y a tí quien te invitó?
– Un amigo, por cierto, casi lo olvido, existe una cuarta regla: no repartir los teléfonos indiscriminadamente y menos a desconocidos, te digo que es exclusivo, puedes pedir más teléfonos o proporcionar otros, como yo lo hice en tu caso, pero siempre y cuando sea gente de nuestro nivel social y que sea sumamente discreta.
– ¿Y si no quiero pertenecer?
– Ay por favor, Pedro, en primera, ya estás dentro, en segunda, sé muy bien que no podrás resistirte, así que recuerda muy bien las reglas y si por algún motivo te encuentras en la calle con alguna de las chicas, recuerda, tú no la conoces y olvida volver a citarla, la cosa es que no se sepa nada de la vida personal.
– Pues hoy me regreso a Seattle.
– Por eso no hay problema, en un momento te mando el teléfono de una preciosa chica que vive allá, el club es nacional, así que donde quiera que te encuentres podrás conseguir a alguien, así que tú diviértete, hermano, como lo hemos hecho.
– Bueno viejo, pues te dejo, ya vinieron a recoger mis cosas.
– Ok, seguimos en contacto, nos vemos.

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