martes, 31 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 159

Cuando regresé de viaje, fui a mi departamento a dejar la maleta y ducharme, al bajar por mi auto al estacionamiento, ví que una pareja estaba dentro de otro besándose y acariciándose acaloradamente, solté una risita porque saltaron cuando escucharon que quité la alarma de mi Volvo, así que subí y me dirigí al departamento de Pau.

Me recibió con un gran abrazo y su aroma inundo de golpe mis fosas nasales que sumado a la escena que acababa de presenciar provocaron que las ganas de hacerla mía se incrementaran considerablemente, así que no puede aguantar más y terminé haciéndoselo de forma presurosa en el sillón.

Después comenzamos a cenar y le fui platicando sobre la convención, en la cual, me había encontrado a Matías, que iba del brazo de una hermosa rubia a la que me presentó como su novia.

Noté que Pau estaba como ausente, de hecho apenas y había probado bocado y eso que yo era el que estaba hablando, por lo que le pregunté en que pensaba y me respondió que en nosotros para luego preguntarme qué era lo que había extrañado de ella y después que le respondí empezó a contarme la historia de su amiga Zaira que había conocido a su ex esposo en condiciones parecidas a las que nos conocimos Pau y yo, francamente no entendía adónde quería llegar con eso y me quedé sorprendido cuando me dijo que no quería que nos pasara lo mismo que a ellos, que nosotros no nos conocíamos y que ni siquiera sabía cuál era mi color favorito, se lo dije aunque seguía sin comprender cuál era el punto de todo eso, ¿acaso ese dato es trascendental para amar y estar con una persona?

No di crédito cuando me preguntó sobre Tanya y no es que quisiera ocultárselo, algún día se lo contaría, cuando me sintiera listo para hacerlo, no es algo que platique con frecuencia, a decir verdad, sólo lo he contado una vez, pero Luciana tenía que adelantárseme y encima contarle lo mal que me había puesto, al menos había servido para que terminara de corroborar que entre Jennifer y yo sólo hay una gran amistad.

Y casi me caigo de la silla cuando me preguntó que si lo que nos unía era amor o sólo sexo, no me imaginé que se cuestionara algo así, ahora entendía el porqué de su tono de voz cuando hablamos mientras yo estaba en Chicago.

– Pau, ¿cómo puedes preguntarme eso?, te he dicho que te amo, te lo he demostrado y no sólo acostándome contigo, te he llevado con mi familia, ¿cómo puedes dudar si es amor? – era completamente inaudito que me cuestionara eso, con todas las locuras que había hecho por ella, claro que algunas las ignoraba.
– Porque lo primero que hicimos ahora que regresaste fue tener relaciones, ¿eso es lo que extrañabas de mí?, la mayor parte de tu lista son cosas físicas.
– Por supuesto que no, Pau, en verdad no entiendo a que viene todo esto.
– A que debemos descubrir si este amor es auténtico o sólo es algo físico.
– Ok, entiendo tus dudas por la forma en que nos conocimos, pero hasta ahora sólo me has cuestionado a mí, ahora yo te volteó la pregunta, ¿qué fue lo que tu extrañaste de mí durante mi ausencia?
– Muchas cosas, tu voz, tu mirada, tu sonrisa, tus besos, tus caricias, tus palabras.
– ¿Tienes dudas de amarme? – pregunté con miedo, tal vez esa era la razón de sus argumentos.
– No es eso, simplemente hemos basado nuestra relación en la pasión, recuerda la nota que me dejaste un día, la vida es un equilibrio y eso es precisamente lo que estoy buscando, que realmente nuestra relación sea equilibrada y no sólo física.
– ¿Y entonces qué propones para descubrirlo?

No estaba preparado para escuchar su respuesta, me dijo que así como una vez yo le impuse unas reglas, ahora era su turno de hacerlo y empezó a dictármelas.

– Regla número uno: no mentiras ni engaños – sonaba lógico, había algunas cosas difíciles de confesar, pero se las diría – regla número dos: no arranques de celos – sonaba más lógico aún y con toda la razón – regla número tres, la más importante… no sexo durante un tiempo, quizá un par de meses.
– ¿Qué?, ¿no sexo? – exclamé sin comprender que pretendía con eso.

Me argumentó que si nos amábamos podríamos soportarlo, ¿acaso no habíamos soportado el tiempo que estuve en Londres?, ok, lo hacíamos a través de la web cam, pero no es lo mismo, aguantamos los días de su período, ¿cómo podía decirme que esa sería la prueba máxima para determinar nuestra relación? Le hice saber que no me imaginaba que fuera tan influenciable y su respuesta fue que no quería volver a vivir una mentira como con Facundo, que esas serían las reglas del juego, que si las aceptaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario