jueves, 26 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 135

Estaba por invitarla a cenar cuando su celular nos interrumpió, no pude controlar mi risa ante su grito de susto, se notaba que no hacía cosas prohibidas frecuentemente y me encantaba saber que conmigo se atrevía a todo, me miró un tanto molesta pero después su expresión cambió radicalmente y ahí supe quien la estaba llamando, maldito inoportuno, sólo esperaba que le dijera que tenía un negocio que arreglar y no podía verla para que así se fuera conmigo.

– Que sorpresa, en unos minutos bajo – la escuché decir y mi ilusión se desvaneció.

Estaba empezando a odiar a ese tipo, ¿por qué demonios no se largó con su princesa?, precisamente hoy tenía que ocurrírsele jugar al noviecito bueno e ir por Paula a su trabajo.

Ella se arregló la ropa y después se puso a buscar su calzón que yo había tomado del suelo, yo la miraba fijamente con mis brazos cruzados, ella sólo atinó a levantar los hombros, ¿con qué esas teníamos?, yo me estaba convirtiendo en un completo ******* y ella sólo me estaba usando para saciar las ganas que su novio no le satisfacía, entonces me negué a devolverle la prenda, esta vez, a diferencia de las anteriores, sí quería que discutiera con ese estúpido, aunque quizá ni se enteraría que ella no traía ropa interior. Me ponía muy mal el hecho de pensar que la tocara con las asquerosas manos con las que tocaba a la otra. Paula seguía suplicando que se lo devolviera, me impidió salir de la oficina y me venció el tono de su voz.

– Él te tiene completa, ¿qué más da que yo conserve esto? – acepté resignado.
– No, no me tiene completa y lo sabes, no te puedo dejar eso, al menos no hoy, otro día, te lo prometo, cuando volvamos a vernos, te daré otra cosa hoy, por favor – dijo dándome esperanzas de nuevo, tenía razón, una parte de ella me pertenecía sin que él lo supiera y sin que pudiera hacer algo al respecto.
– ¿Y qué me darías a cambio? – pregunté muy interesado en el trueque.
Me jaló hasta su escritorio y me entregó una pañoleta después de perfumarla así que le devolví el calzón y me fui luego de hacerle la recomendación de los colores que no debía usar para la boda, ella insistió en que aún no decidía sí iba a ir, pero yo no estaba dispuesto a aceptar una negativa de su parte, en verdad quería compartir ese momento con ella, no deseaba estar solo ese fin de semana y no me imaginaba con alguien más.

Guardé la pañoleta en el bolsillo del pantalón y salí del edificio, de inmediato vi el auto de Facundo estacionado afuera y él estaba muy ocupado con su celular así que no me vio cuando me atravesé la calle, que ganas tenía de gritarle que acababa de hacer mía a su novia, que yo sí la complacía y cumplía con lo que él no, pero no podía, aún no tenía muy claro lo que yo significaba para Paula.

El jueves a mediodía pasé por Jennifer para ir al aeropuerto, estaba muy emocionada por el viaje, tenía tiempo que no salía. Estuvimos platicando cosas sin trascendencia y no le mencioné que también irían Paula y Facundo, no quise que se me cayera el teatro de la confusión, que sin saber, el mismo Facundo había provocado.

En cuanto llegamos a Las Vegas fuimos a rentar un auto, después pasamos al supermercado por víveres porque Jennifer me dijo que estaba a dieta y finalmente nos dirigimos a la casa, de inmediato me ofrecí a subir las maletas para  ver si ellos ya habían llegado. Entre a mi habitación y no vi nada, así que dejé ahí mi maleta, después abrí la siguiente puerta y vi un par de maletas y la rabia me inundó, no podía permitir que durmieran juntos, pero no sabía de qué manera podría impedirlo. Abrí la recámara de enfrente y dejé ahí la maleta de Jennifer y luego bajé.

Ella ya se encontraba en la cocina con el radio encendido y la ayudé a preparar la cena, en eso pasaron una canción que a ambos nos gustaba y empezamos a cantar como lo hacíamos de adolescentes, de repente la puerta se abrió y los vi parados con cara de sorprendidos, Paula volteó a ver a Facundo desconcertada y Jennifer los saludó y me recriminó el no haberle dicho que los había invitado, entonces Facundo le aclaró que yo le había prestado la casa y yo me hice el confundido, por tercera vez agradecía las clases de actuación de la preparatoria, Paula tomó a Facundo del brazo y salieron sin decir nada, yo apreté los puños, la situación no iba a ser nada fácil para mí.

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