domingo, 29 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 150

Llegó la pizza y cenamos mientras veíamos televisión, después ella se fue a lavar los platos y al regresar se sentó en mi regazo y fue besándome el cuello, excitándome, entonces la cargué y la llevé a la habitación. Le hice el amor luego de recorrer su cuerpo con besos y caricias, al terminar me acosté a su lado. Pau colocó su cabeza sobre mi pecho y empezó a acariciar mi abdomen, entonces yo bajé mi mano hasta sus nalgas y fui frotando en medio de ellas, su respuesta fue subirse en mí y besarme desenfrenadamente, así que continué con esa caricia y me atreví a introducirle un dedo, rompió el beso para emitir un quejido, así que saqué el dedo y me mordió el labio para luego reírse. Bajó y se devoró mi miembro dejándolo listo para volver a entrar en ella, por lo que se sentó sobre él, dándome la espalda y moviéndose de manera exquisita en círculos y después brincando haciéndome llegar una vez más al orgasmo al mismo tiempo que ella.

Descansamos unos minutos y volvimos a amarnos, nunca tendría suficiente de ella, comprobaba que era como una droga, mientras más la “consumía” más adicto me volvía a ella y la necesitaba con mayor fervor. Nos movíamos cadenciosamente, “Pedro”, susurraba Pau una y otra vez con la voz entrecortada en tanto yo aumentaba la velocidad de mis embestidas, disfrutando del deleite de su cuerpo. “Pau” repetía yo sin parar mirando su rostro retorcido por el placer hasta que volvimos a llegar juntos al clímax.

– Hasta mañana Pedro – exclamó en voz baja.
– Hasta mañana corazón, te quiero – respondí besándole su mano.
– Yo también te quiero.

Y nos quedamos dormidos. Como odié el molesto ruido del despertador cuando sonó por la mañana, no quería levantarme ni separarme de ella, entonces la seduje y lo hicimos sin prolongar mucho el momento, fue breve, conciso y delicioso. Sin duda y por mucho, había sido el mejor de los despertares, con ella a mi lado después de una apasionada noche, podría acostumbrarme con tanta facilidad a una vida así. Ahora la escuchaba cantar desde el baño y sonreí, abracé la almohada para embriagarme con su aroma mientras esperaba que saliera de ducharse, quizá podría convencerla de no ir a trabajar para poder pasar todo el día juntos.
Después de que Pau subió al taxi para ir a trabajar, regresé al departamento y me dormí, necesitaba recuperar las energías que había gastando de manera exquisita la noche anterior con ella. Desperté justo a tiempo para ponerme de acuerdo con ella y encontrarla para almorzar juntos. Me di una rápida ducha y me dirigí al restaurante que me indicó. Otra cosa se agregaba a la lista de lo que nunca antes había hecho, pedí una mesa sobre la acera, por lo regular pedía en un discreto rincón, pero ahora no tenía nada de que ocultarme, por el contrario, quería que todo el mundo se diera cuenta de lo feliz que era con mi Pau.

– ¡Pedro Alfonso! – escuché una voz femenina exclamar y levanté la vista que tenía clavada en el menú – no lo puedo creer, ¿qué haces aquí? – agregó y me levanté para saludarla al reconocerla.
– Esperando a mi novia – respondí extendiéndole la mano y nos dimos un beso en la mejilla.
– Es una broma, ¿verdad? – exclamó incrédula riéndose.
– No, hace un par de meses que tengo novia… formal.
– ¿En serio ha sido cazado el irresistible Pedro Alfonso? – dijo subiendo sus manos por mi pecho – es una verdadera lástima, aunque – se lamió los labios – eso no es impedimento para que tú y yo algún día volvamos a divertirnos, como en los viejos tiempos – añadió acercándose peligrosamente a mí y giré la cara para evitar que me besara en los labios.
– Buenas tardes – escuché la voz seria de Pau decir.
– Corazón, al fin llegas – dije feliz y la tomé de la mano para luego besarla en los labios, quería que quedara muy clara mi relación con ella – mira, te presento a Valery, una vieja amiga, Valery, ella es Paula Chaves, mi novia.
– Mucho gusto – respondió Valery sin extenderle la mano.
– Igualmente.

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