viernes, 27 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 138

– ¿Qué pretendes? – exclamó cruzándose de brazos.
– No quiero que él te toque – le hice saber en un tono bastante serio.
– Es mi novio, ¿lo olvidas?, ¿acaso yo te estoy prohibiendo que lo hagas con tu novia?
– ¿Cuántas veces tengo que decirte que Jennifer no es mi novia?
– Que cínico eres, ¿cómo te atreves a negarla después de lo que he visto hoy?
– Pues no se compara con lo que yo ví – de sólo acordarme quería golpearlo.
– Pues yo no niego a Facundo, sabes perfectamente que es mi novio.
– No me lo recuerdes, no me hagas recordar que lo ví dándote un beso.
– Pues eso es lo que hacen los novios, ¿no?, no sólo cocinan y cantan juntos y se toquetean frente a otros – dijo caminando hacia atrás y topando con el refrigerador.

Me hizo tan feliz ese comentario, era la confirmación de sus celos, entonces la acorralé y cuando me dijo que a Facundo también lo conocía de toda la vida no le agradó el comentario que le hice sobre el porqué me buscaba y quiso abofetearme, pero le atajé la mano y luego empecé a acariciarle su cuello y bajé hasta uno de sus senos, me pidió que me detuviera, pero, otra vez, no hacía nada para que en realidad eso sucediera.

Así que después acaricié su nalga y me pegué a su cuerpo que tanto deseaba, lamí sus labios y levanté su pierna para que el roce de nuestros sexos fuera más contundente, ella jadeó y eso fue mi pase para besarla con desesperación, la cargué y la dirigí hacia el cuarto de lavado para hacerla mía ahí mismo, no importaba cuántas veces lo hiciéramos, mi cuerpo no se cansaba de ella, por el contrario, con cada encuentro la deseaba con mayor fuerza y anhelaba con que llegara el día de que fuera mía y de nadie más, que durmiéramos y despertáramos juntos.
– Nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce el mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – le aclaré cuando terminamos de hacerlo.
– Lo sé, lo sé y me asusta – aceptó haciéndome más feliz.
– No tienes nada que temer Pau– le aseguré mirándola a los ojos.
– Esto es una locura Pedro.
– Sí, la más maravillosa que he cometido en toda mi vida.

Me besó con dulzura hasta que nos hizo falta el aire y después nos vestimos en silencio, antes de que saliera de ahí volví a pedirle que no permitiera que él la tocara y me pidió que yo tampoco lo hiciera con Jennifer así que le aclaré que no compartía la habitación con ella. Muy a mi pesar se marchó prometiéndome que sólo dormiría con él y me dio un pequeño beso en los labios.

Me quedé unos minutos recargado en la pared, reviviendo en mi mente lo que acababa de hacer con ella, en verdad me tenía loco como jamás lo había estado por nadie y me gustaba la sensación. No pude evitar sonreír, ella también estaba loca por mí, no le había importado que su novio estuviera en la misma casa y me entregó su cuerpo y algo más, en definitiva no era únicamente sexo lo que compartíamos, yo lo había tenido cientos de veces y jamás me había sentido así, entonces fue cuando comprendí lo que ya había escuchado, había una diferencia entre tener sexo y hacer el amor, ahora la reconocía de primera mano y por supuesto que era mucho más satisfactoria, ahí fue cuando me di cuenta que un gran sentimiento hacia ella estaba creciendo dentro de mí.

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