jueves, 12 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 93

– Fue tan real, todo fue tan real – respondí entre lágrimas.
– Pero no lo era, ¿qué soñaste mi amor que te alteró tanto? – preguntó mientras me acariciaba la espalda tratando de consolarme.
– A tí… estabas con otra y… – no pude continuar, el llanto me quebró la voz.
– Mi amor, jamás te engañaría – tomó mi rostro entre sus manos
– te amo, por favor, grábatelo bien, tú eres la única mujer que hay en mi mente y en mi corazón.
Me dio un corto beso en los labios, pero yo lo sujete fuertemente y se lo devolví frenética, quería asegurarme que esto fuera real, que en verdad estaba él, ahí, en mi cama, conmigo, creo que lo desconcerté, pero me correspondió el beso con la misma intensidad, besé desesperada su cuello mientras mis manos bajaban su bóxer.
– Demuéstrame que me amas y que soy la única para tí – susurré en su oído.
Pedro me envolvió en sus brazos y me recostó, me quitó la ropa interior y se colocó encima de mí, me besó apasionadamente, pero a la vez con ternura mientras deslizaba su mano por mi contorno, yo enredé mis piernas en su cintura, estaba demasiado desesperada por sentirlo dentro, no sé si por el sueño, pero quería que me hiciera suya en ese instante, sin más preámbulos. Me miró un tanto inseguro, quería prolongar el momento, como siempre lo hacía, pero ejercí fuerza con mis piernas y entró en mí de golpe, me arqueé al sentirlo y me aferré a su espalda, moviéndome rápidamente, marcándole el ritmo que deseaba.
– Te amo Pau – susurró en mi oído con la voz retorcida moviéndose en mi interior.
– Repítelo – pedí con mi voz entre cortada.
– Te amo – volvió a decir continuando con sus embestidas.
– Dilo otra vez – supliqué casi enterrándole mis uñas.
– Te amo, te amo, te amo – dijo una y otra vez mientras sentía como ambos llegábamos al orgasmo.
– Yo también te amo Pedro, te amo como jamás lo imaginé, por eso me asusta la idea de pensar que puedas estar con alguien más.
– No podría volver a estar con nadie más que no fuera contigo – dijo en mis labios mirándome fijamente a los ojos – eres mi primera, mi última, mi todo – agregó frotando mi nariz con la suya.
– Te amo Pedro.
– Y yo también a ti corazón, vamos, trata de dormir otro poco, apenas son las cuatro.
Le sonreí y bajó de mí, se acostó detrás y me abrazó por la cintura, pegándose a mi cuerpo, yo entrelacé su mano con la mía y cerré los ojos mientras sentía su tibio aliento en mi nuca, estuve acariciando sus dedos hasta que volví a quedarme profundamente dormida. El despertador hizo su labor de todas las mañanas y no muy convencida lo apague, me volteé y abracé a Pedro que seguía con sus ojos cerrados, le di un beso en cada parpado y luego uno en su boca.
– Buenos días mi amor, ya es hora de levantarse.
– Buenos días corazón… lo sé y no quiero, debo ir a Chicago a una convención.
– Yo tampoco quiero que te vayas pero tres días se pasaran volando, ya lo verás.
– Me encanta tu optimismo – dijo acariciando mi nariz con su dedo índice.
– Y a mí me encantas todo tú, anda, no quiero llegar tarde a la oficina.
Nos levantamos y nos bañamos, después nos vestimos y desayunamos cereal. Tomé mi bolso y salimos del departamento, bajamos por el ascensor, subimos a su auto y me llevó a la oficina. Antes de bajar, le di un gran beso y un abrazo. Él iba a su departamento a dejar el coche y por su maleta para luego ir al aeropuerto.
Esa mañana estuvo muy agitada, hicimos una presentación para un nuevo cliente, tuvimos una junta con el señor Jackson y estuve respondiendo miles de mails. Recibí un mensaje a mi celular de Pedro que acababa de abordar el avión y después Zaira me llamó para que almorzáramos juntas, se escuchaba afligida. Cuando llegué al restaurante la abracé fuertemente, me dio una sonrisa y nos sentamos.
– Entonces, ¿ya firmaron el divorcio?
– Sí, esta mañana, ¿y puedes creer que anda con su abogada?
– ¿En serio?, ¿y cómo te enteraste?
– Los vi al salir del juzgado, se besaron y subieron al auto de él, ¿sabes?, Steve siempre fue mujeriego y un hombre así nunca puede estar solo y la verdad dudo que cambie y que pueda ser monógamo.
– ¿Crees que te haya engañado?
– Es muy probable, ¿sabes que jamás hicimos cosas triviales juntos?, como ir al cine o por un helado, casi no estábamos en casa y cuando estábamos era teniendo sexo.

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