lunes, 30 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 155

Después Rosa nos dio la noticia de que estaba embarazada y mi hermano orgulloso y feliz la abrazó, así que ahí me desquité un poco de sus comentarios, me daba tanto gusto que al fin fuera a ser padre, estaba seguro que sería el mejor.

Subimos a la recámara a arreglarnos para el ensayo, Pau de inmediato salió al balcón y yo fui tras ella y la abracé, le encantó la vista y a mí me encantaba tenerla ahí, conmigo, completando mi mundo, no podría pedirle más a la vida en ese momento. Le pedí que nos bañáramos juntos, pero se rehusó argumentando que teníamos poco tiempo, así que ella lo hizo primero y mientras tanto desempaqué. Luego fue mi turno y al salir, quedé maravillado al verla, estaba radiante con ese sencillo y bonito vestido de color beige, que no pude contenerme y la hice darse una vuelta diciéndole lo hermosa que se veía mientras ella se sonrojaba.

Bajamos a la terraza, donde ya se encontraban los principales invitados, Luciana la presentó y yo no podía sentirme más orgulloso de mi novia, se sentía tan raro pensar en ella con esa palabra, antes creía que había salido de mi vocabulario. Mi mamá se acercó a mí y me puso su mano en mi hombro.

– Que gusto me da verte enamorado, hijo, siempre había respetado tu forma de ser, aunque no estuviera de acuerdo con ella así que no tienes idea de la satisfacción que siento en este momento por tí.
– Gracias mamá, francamente soy muy feliz y te voy a confesar algo, Pau es la mujer con la que quiero estar por siempre, así que pronto habrá otra boda en la familia.
– Me da mucha ilusión, este ha sido uno de los días más felices de mi vida, mi pequeña hija se casa, voy a ser abuela y tú estás planeando tu futuro.
– A mí también me da mucho gusto ver a mis hermanos realizados y en cuanto a mí, sólo te puedo decir que la amo demasiado.
– Y se ve que ella también a tí, además se nota que es una buena chica.
– Muy linda, mamá, ya la irás conociendo con el tiempo.

Después del ensayo, pasamos al salón para comer, al terminar, Pau y yo cantamos la canción, aunque era para Luciana, la interpretamos para nosotros, en cada estrofa nos acercábamos más y cuando terminamos estábamos a milímetros de distancia.
– Junto a tí quiero estar el resto de mi vida, soy capaz de cruzar el Atlántico nadando sólo para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorado de tí, Paula Chaves– susurré en su oído, ella no respondió nada, pero no era necesario, su mirada de asombro me lo decía todo.

Cuando nos quedamos solos le toqué el piano, una melodía que había compuesto para ella, después la besé y acaricié ahí mismo, me detuvo diciéndome que alguien podría vernos, así que cerré todas las puertas y regresé a su lado, ella se rehusaba a que lo hiciéramos ahí, sin embargo, terminó cediendo y nos entregamos de una manera increíble, muy al estilo de una escena de la película Mujer bonita, sobre el piano.

– La noche apenas empieza corazón y juro que no te daré tregua – dije al terminar.

Luego de vestirnos, me pidió que le mostrara la casa, así que hicimos un pequeño recorrido por la planta baja y la llevé a la piscina, le sugerí que nadáramos y de nuevo puso de pretexto a mi familia y a la gente que andaba ahí trabajando, pero, otra vez la convencí. No sólo nadamos un poco, sino que hicimos el amor ahí mismo, entre el agua y la compañía de la luz de la luna que hicieron más memorable el momento.

– Te amo Pau – le dije finalmente, venciendo mis demonios.
– Yo también te amo Pedro, con todo mi corazón – respondió y la emoción fue tal que podría jurar que mi corazón se detuvo por un segundo.

Íbamos subiendo a la habitación cuando nos topamos con Federico, quien salió con uno de sus típicos comentarios, logrando incomodar a Pau pero le dije que no le prestara atención, que él y Rosa también tenían sus anécdotas. Entramos a la habitación y nos dimos una ducha rápida porque ambos estábamos tiritando de frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario