lunes, 9 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 81

– Gracias por el recibimiento – dije abrazándolo todavía.
– No tienes nada que agradecer, eres la novia de Pedro y es lo menos que podemos hacer para agradecerte que estés aquí en un evento tan especial para la familia.
– Al contrario, gracias por la invitación.
– No tienes nada que agradecer Pau, yo quería que estuvieras aquí y eso que aún no andabas con mi hermano, pero tuve un presentimiento y no me equivoqué – dijo Luciana y después soltó una risita traviesa.
Rosa se acercó y me saludó de beso en la mejilla al igual que Gastón, que lo hizo después que ella y luego tomó a Luciana de la mano. Federico abrazó a Rosa y la miró como pidiéndole permiso para hablar y ella le sonrió asintiendo.
– Pues ya que está toda la familia completa, mi esposa y yo tenemos que hacerles un anuncio – exclamó de lo más feliz y le dio un beso en los labios – diles, mi amor.
– Bueno, el lunes pasado fui al médico y me confirmó mis sospechas, estoy embarazada, tengo ocho semanas – anunció y Federico puso su mano sobre su vientre.
– ¡Felicidades!, hasta que le atinaste hermano, ya tres años de casados y sin bebés, estaba empezando a creer que te habían dado un golpe mortal en el americano – exclamó Pedro y lo abrazó.
– Es que quisimos prolongar la luna de miel y además estuvimos practicando mucho para que nuestro primer hijo saliera perfecto.
– Entonces se parecerá a Rosa porque tú de perfecto no tienes nada.
– ¡Envidioso!, yo también espero que tus hijos se parezcan a Pau.
– Creo que es un poco apresurado hablar de hijos Federico, apenas iniciamos nuestra relación – dije sonrojada ante tal idea.
– Cierto, todavía te puedes arrepentir de compartir tu vida con este hombre.
– Chicos, ya estuvo bueno de sus comentarios, harán que de verdad Pau se arrepienta, pero de haber venido – los regañó Horacio, pero ellos sólo se rieron.
Yo estaba más que sorprendida por la calidez de la familia, jamás me imaginé el recibimiento que me darían ni mucho menos la forma en que se llevaban entre ellos, se notaba la unión y el amor que se tenían. Luciana dió saltitos de alegría y los abrazó efusiva, Federico hasta la levantó en el aire mientras ella se reía. Horacio abrazó orgulloso a Ana y le dio un beso en la frente, después de haber abrazado y felicitado a su hijo y a su nuera. Gastón también los felicito y les dijo que era el mejor regalo de bodas que podrían darle. Pedro me abrazó y me dio un beso en los labios.
– ¿Ya se te pasaron los nervios?
– Sí, tienes una hermosa familia.
– Y ahora es más hermosa porque tú ya perteneces a ella – dijo y me guiñó un ojo.
Le respondí con una gran sonrisa, no pude decirle nada más, me emocionaba la idea de pertenecer a esa familia, era como siempre había deseado tener una. Luciana anunció que en una hora iniciaría el ensayo, así que apenas teníamos tiempo para arreglarnos.
Pedro me tomó de la mano y subimos las escaleras hasta el tercer piso, la última habitación era la suya. Tenía las paredes blancas, la enorme cama estaba pegada a la pared del lado izquierdo, al frente estaba el tocador y al lado había un par de puertitas que supuse eran el armario, del lado que entramos había un mueble con un moderno aparato de sonido, varios libros y cds, y otra puerta que debía ser el baño, lo más bonito era el gran ventanal así que me asomé y luego salí al balcón, el mar en todo su esplendor lucía tranquilo. Pedro me abrazó por atrás.
– ¿Te gusta?
– Mucho, la vista es preciosa.
– Y contigo aquí lo es mucho más – con su mano movió mi cabeza para poder besarme en los labios – como tenemos poco tiempo es buena idea bañarnos juntos. – Precisamente porque tenemos poco tiempo, no es buena idea, ya te conozco, así que mejor nos bañamos separados.
– Prometo portarme bien.
– Eso dijiste la otra vez y llegué tarde a mi trabajo, así que hoy no me arriesgaré – le di un ligero beso en los labios y me separé.

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