sábado, 7 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 75

– Hola – respondió en tono sensual.
– ¿Estás libre esta noche? – pregunté usando el mismo tono que él.
– La verdad no, estoy en casa de mi novia – dijo siguiéndome el juego.
– Es una verdadera lástima… ardo en deseos de verte, acariciarte, besarte, desnudarte, recorrer tu cuerpo.
– Uf, no sigas que me harás hacer algo que no quiero.
– Vamos, no tiene porque enterarse tu novia… además, lo prohibido es más excitante, ¿no crees?
– Definitivamente.
– Me han dicho que eres un dios en la cama y me encantaría comprobarlo y, por tu tono de voz, creo que no exageraron, tienes una voz endemoniadamente sensual, has despertado más mi deseo por tí.
– ¿En serio piensas que mi voz es sensual? – exclamó enfatizándola más.
– Demasiado… mi cuerpo ha empezado a… alterarse sólo de escucharte.
– Tu voz también es muy sexy, ¿así eres tú?
– ¿Por qué no vienes y lo compruebas por ti mismo?
– Está bien, ¿cómo te reconozco?
– Sólo traigo puesto un abrigo negro – respondí y le colgué.
Salió de la cocina y yo estaba parada en la entrada de mi habitación, tenía un brazo estirado recargado en el umbral de la puerta y le sonreí coquetamente, lamiéndome los labios, Pedro me recorrió con la mirada.


 – Hola extraño – dije y le guiñé un ojo.
– Hola belleza, en verdad eres tan sexy como tu voz.
– Y espera que me ponga en acción – agregué y lo jalé de la camisa.
Lo besé desenfrenadamente, él me pegó a su cuerpo y entramos a la habitación, lo giré y lo hice sentarse en la cama, me quité el abrigo y le mostré mi atuendo, el cual consistía en un hermoso sostén rojo con encaje negro en las orillas de las copas, una tanga roja también con encaje negro en la orilla de arriba y una pequeña bata de satén roja también con encaje que se anudaba de la parte de arriba.
– Lo dicho, sí que eres sexy.
– Esta noche yo te haré feliz a tí.
Me acerqué y le abrí la camisa con fuerza, los botones salieron volando y se la arranqué, él suspiró, rápidamente le quité el pantalón, su cuerpo había reaccionado, así que me hinqué y tomé su erección en mis manos y la recorrí con mis labios y mi lengua, despacio y suave, a diferencia de la rapidez con que lo había desnudado. Él apoyó sus manos en la cama y echó la cabeza hacia atrás, gimiendo en respuesta a mis caricias, yo seguí tocando y besando toda su masculinidad, lanzó pequeños gritos de placer y me pedía que no parara, así que yo le obedecía hasta que sentí que casi alcanzaba el clímax, me detuve.
Me levanté y caminé unos pasos, alejándome de él, puse un poco de música y le bailé sensualmente mientras me quitaba las pocas prendas que traía. Sus ojos ardían en deseo al igual que los míos, me acerqué y le lamí los labios, él me tomó por la cintura y me hizo sentarme en él uniendo al fin nuestros cuerpos que se movieron acompasadamente y comencé a gemir más fuerte que él.
– Me enloqueces como nadie lo había hecho Pa…
– Shh, regla número uno, no nombres – dije poniéndole un dedo en los labios.
– Encantadora y sexy desconocida.
– Así es más excitante, hermoso y sensual desconocido.

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